Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CDXXXIV)

 

UNA MUJER LLAMADA RICARDA

Por Antonio Esteban

Ricarda Yebra Asenjo, la “Fuca”.

No es habitual y ella, seguramente, lo sabía, que una mujer se llamase Ricarda y, hoy, en estos momentos de crisis histórica, mucho menos. Hoy, los padres bautizan a sus hijos -con la aquiescencia de los padrinos-  con nombres tales como Ainhoa, Jenniffer, Ione, Meritxell  -nombre andorrano y que procede del latín-  Cataleya  -una flor-  Arya o Enara   que en euskera quiere decir golondrina..

Posiblemente a Ricarda la bautizaron con el nombre de Ricarda siguiendo la tradición de bautizar a los recién nacidos con el nombre del santo del día en que nacieron y ella nació, no sé, en septiembre, fecha en la que la Iglesia celebra la fiesta de santa Ricarda de Andiau, casada con Carlos III, el Gordo -que no era tan gordo- y que terminó siendo abadesa en un monasterio y elevada a los altares.

También ¡quién lo sabe¡  tal vez la cristianaran como Ricarda porque las abuelitas de antes querían que sus nietos recibiesen  el nombre de algún familiar. Lo cierto es que Ricarda se llamó Ricarda y en la villa era conocida como Ricarda, la “Fuca”.

Ricarda era moza guapa. Se nota. Casó dos veces. El segundo marido fue Ilde. Vivían en la calle santa María, en la Plazoleta de las Flores y él ejercía como peluquero, oficio hermoso porque acicala a cuantos pasan por sus manos.

Aquí está, pues, Ricarda   -Ricarda Yebra Asenjo-   que también forma parte de la pequeña historia fotográfica de nuestra villa y que, entre todos, estamos escribiendo.