EN DONDE SE HABLA DE ANTIGUOS OFICIOS
Por Antonio Esteban
Siento nostalgia por los antiguos oficios. Ya no vienen, desde Orense, camino adelante, pueblo a pueblo, los afiladores de Orense empujando la bicicleta y poniendo en marchas la rueda de la que saltaban chispas y haciendo sonar, el chiflo o la flauta de Pan, semejante a la quena andina. Ni aparecen, de cuando en vez, los paragüeros que arreglaban el varillaje de los paraguas o estañaban la olla de hierro agujereada como hacía “Perjuicios” - ¿recuerdan a “Perjuicios”?- que, en las fiestas, se olvidaba del oficio y se convertía en trilero manejando unos cubiletes, bajo uno de los cuales ocultaba una moneda de cinco céntimos . Apostabas y perdías. Y ya no existen herradores que calzaban las pezuñas de los caballos ni herreros que golpeaban en la fragua el hierro y apenas hay pastores. A todos se los ha llevado el progreso. No necesitamos de ellos. Quizá quede algún losero que remiende los maltrechos tejados como hacía Domingo de Espanillo que, muchas veces, jugándose la vida se subía a algún resbaladizo tejado y aseguraba la losa con puntas de losar. Domingo fue un honrado trabajador de un oficio que aún pervive y que ayudó a que las casas se mantuviesen estables. Vaya, desde aquí nuestro pequeño homenaje a estos oficios que se han perdido, como el de Domingo y vaya, también, el homenaje a Hortensia, su esposa que sufrió los peligros de su marido. En la foto vemos al matrimonio acompañados de sus hijos Julita y Daniel. Imágenes y Recuerdos de Cacabelos -valga la redundancia- los recuerda.
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