viernes, 5 de julio de 2019

El Quijote y los vinos del Bierzo


Epitafio de la tabernera Sentia amarantis



Por Arsenio López Faba










La escuela de don Marcelino, de feliz memoria, estaba situada sobre la bodega de nuestro inolvidable alcalde don Manuel Rodríguez Sánchez.

Sobre la bodega estaba la escuela

Aquella tarde leíamos el capítulo XXXIII del Quijote: 

De la sabrosa plática que la duquesa y sus doncellas pasaron con Sancho Panza, digna de que se lea y de que se note
---Encogió Sancho los hombros, obedeció y sentóse, y todas las doncellas y dueñas de la duquesa la rodearon, atentas, con grandísimo silencio, a escuchar lo que diría; …que más vale el buen nombre que las muchas riquezas, encájemeese gobierno, y verán maravillas, que quien ha sido buen escudero, será buen gobernador….
–Todo cuanto aquí ha dicho el buen Sancho –dijo la duquesa– son sentencias catonianas, o, por lo menos, sacadas de las mesmas entrañas del mismo Micael Verino, florentibus occidit annis. En fin, en fin, hablando a su modo, debajo de mala capa suele haber buen bebedor.

Don Marcelino con los alumnos de su última promoción
–En verdad, señora –respondió Sancho–, que en mi vida he bebido de malicia; con sed bien podría ser, porque no tengo nada de hipócrita: bebo cuando tengo gana, y cuando no la tengo y cuando me lo dan, por no parecer o melindroso o malcriado; que a un brindis de un amigo, ¿qué corazón ha de haber tan de mármol que no haga la razón? Pero, aunque las calzo, no las ensucio; cuanto más, que los escuderos de los caballeros andantes, casi de ordinario beben agua, porque siempre andan por florestas, selvas y prados, montañas y riscos, sin hallar una misericordia de vino, si dan por ella un ojo.
…De nuevo le besó las manos Sancho a la duquesa, y le suplicó le hiciese merced de que se tuviese buena cuenta con su rucio, porque era la lumbre de sus ojos.
–¿Qué rucio es éste? –preguntó la duquesa.
–Mi asno –respondió Sancho–, que por no nombrarle con este nombre, le suelo llamar el rucio; y a esta señora dueña le rogué, cuando entré en este castillo, tuviese cuenta con él, y azoróse de manera como si la hubiera dicho que era fea o vieja…
–Llévele –dijo la duquesa– Sancho al gobierno, y allá le podrá regalar como quisiere, y aun jubilarle del trabajo.
–No piense vuesa merced, señora duquesa, que ha dicho mucho –dijo Sancho–; que yo he visto ir más de dos asnos a los gobiernos, y que llevase yo el mío no sería cosa nueva.
Las razones de Sancho renovaron en la duquesa la risa y el contento; y, enviándole a reposar, ella fue a dar cuenta al duque de lo que con él había pasado, y entre los dos dieron traza y orden de hacer una burla a don Quijote que fuese famosa y viniese bien con el estilo caballeresco, en el cual le hicieron muchas, tan propias y discretas, que son las mejores aventuras que en esta grande historia se contienen…

A continuación oímos la simpática voz del Risco bendito:

-Lo mejor que hay en El Bierzo es el vino de bodega, porque dentro de una cuba no cabe ninguna pena.

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