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Espectáculo desde el puente con las naves en plena batalla |
O casi. La I Naumaquia fue el acto más destacado en la tarde de esta jornada
dominical. Todavía entrada ya la noche seguía la vida en el campamento después
de haber sido entregados los distintos premios correspondientes a tantas
competiciones como se celebraron a lo largo del día.
El campamento no madrugó. El cansancio
acumulado de estos días, más la ronda romana por las tabernas de Bergidum
anoche, presagiaban un desazonado y tardío despertar. Casi era mediodía cuando
tocaban diana con la orden de abrir las puertas
y comenzar el mercado. Los jóvenes guerreros se incorporaron a sus puestos para
participar en las VIII Miniolimpiadas y las bailarinas de la Mansio Consular
ejercían de tales en el espectáculo de danzas orientales.
A la comida romana en el propio
campamento siguieron las olimpiadas de los mayores, el torneo de gladiadores y
la tan esperada batalla naval. Ésta fue disputada por cuatro vertiginosas embarcaciones dotadas de
unas intrépidas dotaciones de marinería (todas podrían recibir la misma
calificación que dio Espronceda en la célebre “Canción del pirata”: Bajel pirata que llaman, por su bravura, el
Temido). Algunos oficiales, quizá debido a su falta de experiencia en aguas
tan bravas como las que hoy mostraba el Cúa, deberían hacer un cursillo
intensivo en las proximidades del Puerto de Ostia en la desembocadura del Tíber
romano. La Lusitania fue finalmente proclamada vencedora después de deshacerse
por velocidad y arrojo de las demás.
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El campamento y la playa fluvial esta tarde |
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Mientras los demás se divierten, César prepara el informe de su visita antes de partir hacia Roma |
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Itziar, abanderada de La Lusitania |
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Tripulación de La Lusitania ya en tierra celebrando el triunfo |
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