lunes, 2 de septiembre de 2013

Roberto cuelga definitivamente el mono y cierra el último taller de bicicletas de Cacabelos

Roberto vistiendo el último mono
Roberto González Valcarce, Motos Roberto, se jubila después de más de cincuenta años dedicado a la reparación de bicicletas, motos y pequeña maquinaria agrícola. Más de cinco décadas han pasada desde que Roberto, recién cumplidos los trece años, se iniciase como aprendiz en el taller que tenía el fallecido Ángel Sarmiento, Gelo, en los bajos de la casa del Pesquero de la calle Carnicerías(posteriormente ocupados por Banco de la Coruña, luego Banco de Bilbao y, ya en una nueva construcción, por La Caixa). Gelo trasladó el negocio al local donde actualmente se encuentra establecida  confitería La Golondrina  y a su lado continuó Roberto  formándose profesionalmente.
Encuentro a Roberto a la puerta de su taller con el típico mono de trabajo, la funda que dicen algunos, y que ahora cuelga definitivamente.  Habrá mañanas que sin darse cuenta baje de su vivienda a abrir el negocio. Son muchos años al pie del cañón. Cuántos pinchazos, cuántos monos gastados desde aquel comienzo:
-Era la forma que había entonces de aprender un oficio. Entrabas de chaval para ir aprendiendo poco a poco, me explica.
A este chaval le llegó la hora de aprender otro oficio, el militar. Y para tierras segovianas se fue para realizar el servicio militar y  cumplir con la Patria, así se decía entonces, en la Academia de Artillería.
A su regreso a Cacabelos se reincorporó al puesto de trabajo por poco tiempo. Su matrimonio y la falta de acuerdo con las condiciones laborales empujaron a Roberto a instalar un taller por su cuenta.
-Alquilé el bajo de la casa del Marujillo, al lado de la Autoescuela Unión en la avenida de Galicia. Abrí en el año 1972. Allí estuve hasta el 90, que fue cuando me vine para las Angustias.
Estamos en el interior de su ya clausurado negocio y le pido que recuerde los talleres de bicicletas que hubo en Cacabelos.
-Los más antiguos fueron el de Ubaldo(padre de Ubaldo Santín, pulpería Ubaldo) y el de Mediavilla. Luego vinieron los de Gelo Sarmiento, Alfonso El Guarni, Coneja, el mío y, poco tiempo, uno en la calle de los Peregrinos.
Me llama la atención que actualmente nadie continúe su profesión en nuestro pueblo. Desde mi punto de vista, ajeno a este negocio, le manifiesto mi extrañeza y más en la situación actual con tanto paro.
-Es muy complicado ahora este negocio. Hay que reparar muchas marcas de bicicletas, motos y demás. Las ventas se hacen muchas por internet y en las grandes superficies. Luego, sí, vienen a que tú hagas las reparaciones para las que no hay recambios. Yo he salido adelante reparando muchas motosierras, máquinas de jardinería y motos, pero soy de los pocos que lo hacen. Uno que empiece ahora tiene que poner una tienda con buenas condiciones y exige mucha inversión. Yo creo que el futuro está en formar cooperativas, en una palabra, asociarse.
Antes se reparaban muchas bicicletas y motos. A mí me ha venido muy bien el asunto de las máquinas agrícolas para mantener bien el negocio.
Foto nostálgica: Roberto protegido por El Niño y Charli


-¿Cuándo comenzaste a trabajar había tantas máquinas?
-No, al principio solamente había reparación de bicicletas y luego alguna moto. Las máquinas llegaron más tarde a medida que la gente se fue mecanizando para realizar los trabajos del campo. Todos nos fuimos adaptando.
Le comento que él aprendió a reparar bicicletas, pero de motores nada sabía.
-Las mismas casas que me suministraban el material hacían cursillos. Íbamos con los gastos pagados y así nos poníamos al día.
Durante todos estos años Roberto ha sido testigo directo de los cambios y vicisitudes afines a su negocio. ¿Cuál era la reparación más corriente y qué precio tenía?
-Lo más normal era reparar pinchazos. Poner un parche costaba 20 céntimos de peseta(0’002€) y hoy se cobran 3 o 4 euros. Entonces las cámaras se reparaban muchas veces. Además muchas veces no las encontrabas nuevas. La necesidad obligaba.
Los primeros pasos en el taller de las Angustias

No había tantas bicicletas como ahora, pero eran el medio de transporte de muchos obreros que iban a trabajar a Ponferrada a la Térmica o a la Minero, también a Toral,  a Cosmos.
Luego llegaron los ciclomotores en los años sesenta que vendíamos y reparábamos. Un ciclomotor podía costar 9000 pesetas(54€).
¿Se pagaba al contado?
-Casi todo se financiaba, pero no por el banco, llegabas a un acuerdo con el cliente y pagaba mensualmente o cuando podía. Venía por el taller y te daba lo acordado. Hoy sería imposible.  Ahora todo va por el banco, el nivel de ventas es mayor y no tienes capacidad financiera para soportar las deudas.
¿Habría “pufos”?
-Bueno, ya sabes, los clásicos. Algunos “se olvidaban” de pagar  y otros es que de verdad no podían. Pero generalmente la gente era buena pagadora. Nada más cobrar en la empresa o la cosecha venía con el dinero.
La forma de vender y el trato con el cliente también han evolucionado. Roberto recuerda:
-Había mucha confianza. Muchas veces te encontrabas con alguien por la calle y te decía: te voy a mandar al chaval a comprar una bicicleta que no pase de tanto y ya pasaré yo a pagar. Otras veces la deuda te la pagaban en el bar cuando coincidías con alguno tomando unos vinos o vendías una moto delante de la barra sin pasar por el taller. Era un trato más personal.
Muchos años, muchos clientes, muchas historias que contar. Ahora comienza una nueva etapa que Roberto tiene ya bien planificada: paseos en bicicleta(no podía ser de otra forma), cuidado de la finca donde dice entretenerse mucho, viajar, pasear…
-Y tomar un café tranquilamente por la mañana contigo o con otros del pueblo, sin prisas.

Ojalá se cumplan tus deseos durante mucho tiempo. Por ti y por la parte que a mí me toca.

4 comentarios :

  1. un negocio o forma de vivir este que se pierde la verdad que dificil de entender que se acaben con las jubilaciones de gente como roberto

    ResponderEliminar
  2. Se le va a echar de menos

    ResponderEliminar
  3. Te lo has ganado Roberto. Ojalá disfrutes muchos años de una bien merecida jubilación. Eso sí, aunque jubilado alguna vez te tendremos que decir "échanos una mano que la bici o la moto no andan bien"

    ResponderEliminar
  4. Te lo mereces y ahora a descansar y a disfrutar nos vemos.

    ResponderEliminar