George Borrow, “don Jorgito el inglés”, viajó por España entre 1836 y 1840 con el objeto de difundir el Nuevo Testamento en una edición sin comentarios y accesible para todos. Los recuerdos de sus viajes por la mitad de la península Ibérica quedaron plasmados en su libro “La Biblia en España”. Se trata de un libro interesantísimo en el que va recogiendo todo lo que ve y acontece en aquella España de la primera guerra carlista, la desamortización y la primera regencia.
Desde Madrid se desplaza hasta Galicia pasando por Cacabelos. A continuación os copio literalmente la narración de su triste experiencia a su paso por nuestro pueblo:
“Al fin salimos de los bosques, y después de andar otro poco el caballo relinchó alegremente y salió al trote corto. Pronto llegaron a mis oídos ladridos de perros, y creíamos estar cerca de poblado. En efecto, estábamos en Cacabelos, ciudad a unas cinco millas de Villafranca.
Eran cerca de las once, y me pareció mejor esperar al siguiente día en aquel lugar que seguir sin dilación a Villafranca, exponiéndonos a los horrores de la oscuridad en un camino solitario y desconocido. Tomé el partido de quedarme, pero no había contado con la huéspeda: en la primera posada a que llamé respondieron que no podían admitirnos, y menos aún a los caballos, porque la cuadra estaba llena de agua. En la segunda-y en el pueblo no había más que dos-una tosca voz me respondió desde la ventana casi con las palabras de la Escritura:”No importunes; la puerta está ya cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme para abrirte”. En realidad, no tenía yo muchas ganas de entrar, porque la posada tenía pobrísimo aspecto, pero daba lástima ver a los pobres caballos manotear contra la puerta, como si implorasen entrada.
Ya no teníamos dónde escoger: sólo nos quedaba continuar nuestro triste viaje a Villafranca....No fue cosa fácil salir del pueblo, porque nos perdíamos en el laberinto de sus callejuelas. Un muchacho de unos dieciocho años consintió, mediante la oferta de una peseta, en guiarnos, y después de muchas vueltas nos puso en un puente, diciéndonos que lo cruzáramos y siguiéramos el camino que era el de Villafranca; recibió luego lo ofrecido y se marchó muy deprisa”.
Como habéis podido leer, la tradicional hospitalidad de la que actualmente presumimos, no fue tal en otros tiempos no tan lejanos.
Pues si la verdad es que esa hospitalidad en oros tiempos no existia, y quizá hoy para much@s seguirá sin existir, pero para otros que son maginificas personas existe una grandisima dedicación con la gente, un saludo¡¡
ResponderEliminar