jueves, 28 de noviembre de 2019

LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES. 3. La Plaza (1)

LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES

3. La Plaza (1)

Por Pepe Couceiro

Nuestra plaza mayor siempre ha sido el centro neurálgico del pueblo, un amplio espacio impregnado de sutiles emociones emanadas de las personas que participaban en los acontecimientos lúdicos y festivos que en ella se celebraban asiduamente. Un lugar en el que, si contemplamos secuencialmente las fotografías de su entorno en diferentes momentos de su historia, podemos percibir las transformaciones que experimentaron tanto las gentes como su decorado a una velocidad vertiginosa (ver fotos). 

La Plaza Mayor en la primera década del siglo XX
 
El ayuntamiento, probablemente en la década de 1890.

 

En este lugar tan especial, en las décadas de los 60, 70 y 80, los vecinos de todas las edades se reunían para pasear, hablar o jugar. Con una extraordinaria energía, a una edad infantil o adolescente, se formaban pandillas que disfrutaban con todo tipo de juegos, desde aquellos en los que intercambiábamos cromos, nos jugábamos valiosos cartones y apreciadas chapas, a otros en los que predominaban las carreras, o en los que recibíamos tremendos golpes sin compasión y a los que respondíamos con una de nuestras más falsas sonrisas. Sumidos en ellos, el tiempo se paraba, hasta que algún amigo de la puntualidad o sensatez echaba una mirada al reloj del ayuntamiento. En ese preciso instante esa energía que seguía con nosotros desde que salimos a la calle y que parecía inagotable se esfumaba en segundos. A una hora inquebrantable fijada por nuestros queridos y respetados padres tocaba la cena y, por tanto, la retirada sin rechistar hacia los hogares respectivos se hacía inevitable, aunque solo fuera por el aprecio que teníamos a nuestros traseros.

La plaza en una de las ferias de 1906.
  

Los soportales eran territorio ocupado por mayores que aprovechaban para ejercitarse con interminables paseos en cualquier época del año. Nosotros solíamos resguardarnos en ellos de la lluvia y del gélido frío invernal de aquellos tiempos.

Durante muchos años tuve la fortuna de llevar una vida feliz en una casa grande perteneciente a la familia de mi abuela Nemesia. Por uno de los lados daba al sagrao, enfrente de la sacristía de la iglesia y, por el otro, a un patio que todos llamábamos el corral y que se comunicaba mediante un gran portón, que todavía perdura, con la plaza.

Con la llegada del buen tiempo me escabullía cada tarde saliendo como toro de toril, dejando detrás de mí el inconfundible y estridente sonido del portón cada vez que se cerraba. Frente a mí se desplegaba un amplio espacio salpicado de magnolios y de grandes bolas de cemento que flanqueaban las diferentes entradas hacia su escenario central. Sobre estas peculiares y emblemáticas esferas macizas muchos nos bautizamos con los primeros porrazos de nuestra incipiente vida.

Tanto en la plaza como en los comercios se sentía bullir la vida. Haciendo un ejercicio de memoria, con la inestimable ayuda de nuestro cronista mayor Carlos de Francisco, si me pusiera a caminar en aquella época dorada bajo los soportales, comenzando en la proximidad del ábside románico adosado a la iglesia, me encontraría con el comercio del Señor Ángel, con sus artículos de menaje. A este establecimiento le pondría varios de esos likes o corazones, que en la actualidad se utilizan para poner de manifiesto que algo nos gusta en las redes sociales. Lo haría sin dudar en recuerdo a una familia ejemplar y muy querida por todos (ver foto). D. Ángel era el padre de Mayita, una chica de la que muchos nos enamoramos irremediablemente, no solo de su belleza sino también de la sublime voz que la acompañaba y con la que nos deleitaba cada domingo en la iglesia.


La Familia Peña a mediados de la década de los 60. Con Mayita a la derecha y en la escalera de arriba abajo: su hermana Mari Carmen, su abuela Pilar, su madre Pilar y su hermano agachado Alberto (Tito). El niño de la gaita es Juanjo, uno de los hijos de Emilia y Luso y el que abraza la madre de Mayita es Tino, cuyos padres tenían una charcutería al lado del bar Venecia. Foto: Manuel Rodríguez.

Siguiendo la ronda descubriríamos seguidamente un amplio local perteneciente a la familia de los Burgueño que era atendido por Dª. Emilita y su hermano D. Ignacio en el que se vendían telas, prendas íntimas, etc., junto a una zona destinada a las revistas y material escolar. Carlos me recuerda que en ese recinto varias generaciones, incluyendo la suya, se dejaron sus ahorros para poder disfrutar de aquellos gloriosos ejemplares del Capitán Trueno, Jabato, Pulgarcito, etc. Continuando nuestro camino nos encontraríamos con el comercio de confección de Herminio, que luego se trasladaría junto a la tienda de ultramarinos de Amanda y cuyo local se convertiría en zapatería tras ese traslado. Con el paso del tiempo esa zapatería fue adquirida por el popular Kaniska, que, como recordaréis los contemporáneos, también ofrecía servicios de sonido y orquesta para las fiestas de los pueblos. 

En la esquina se encontraba la tienda de confección del D. Manuel, el alcalde; luego llegaríamos a la ferretería de El Rubio; a la farmacia de D. Eusebio, padre de Carlos De Francisco, la cual perteneció con anterioridad a D. José Garrido, el abuelo del ilustre escritor D. Raúl Guerra Garrido. En ese caminar daríamos con la droguería de Dª. Sara, la hermana del alcalde, en cuyo local se instaló, más tarde, el comercio de D. José Sarmiento y anteriormente el primer banco Central que cerró y volvió a abrir años después metros más allá. 

En el lugar que hoy ocupa el banco Herrero, hace años se asentaba el Despacho Central de la RENFE, cuyo antiguo edificio regentaba el abuelo de nuestra querida amiga Tere la Tarula, y que era conocido como don Carlos, cuando ejercía de administrador don Arsenio. Carlos de Francisco me apunta que cuando Omar hizo su casa, en ese mismo sitio, puso una zapatería a su mujer, Mercedes, que luego redujo a lo que hoy es la churrería. En el resto del local se ubicó el banco Herrero, en la actualidad, Sabadell. 

La ferretería de Lucio (Vega o Pispís) se abría paso a continuación, una humilde tienda a la que, sin dudar le asignaría varios de mis likes porque era atendida maravillosamente por su hermana Anuncia y su hija Ana (ellas ya saben lo bien que lo hicieron). Le seguía una sucursal del banco de Santander en el local que hoy es el bar de la Villa. En ese local los padres de otro popular cronista de nuestro pueblo, el célebre Garay, ubicaron una tienda de electrodomésticos durante poco tiempo.


Una vista general de la plaza, probablemente alrededor de 1920.

Tras la confitería la Golondrina (hoy Edén), aparecía la sastrería de D. Antonio García y la carnicería de D. Manolo el Corino que su hijo Manolo transformó en droguería tras el fallecimiento de su padre y pasar a ser, estos dos últimos locales, la actual relojería Marcos.

Una vez cruzada la calle Ángel González nos topábamos con el emblemático comercio de Guerra en el cual, y según me cuenta también Carlos, Dª. Carmen, una dama villafranquina dignísima y muy competente manejaba con destreza una preciosa caja registradora. Adosado al Ayuntamiento estaba la Fonda de la Corina, que más tarde se llamó Bar El Aperitivo

Después de cruzar la calle de acceso a la Plaza Mayor desde la carretera, Amanda y Florencio tuvieron inicialmente un bar que posteriormente transformaron en ultramarinos. En su fachada (ver foto), D. Luis Litán exponía los carteles de las películas que se exhibirían próximamente en su cine. Este establecimiento también se llevaría varios likes por mi parte como un merecido reconocimiento a Amanda, una mujer, como precisamente D. Luis calificaba sus mejores películas, FUERA DE SERIE

Continuará……..


Fachada de la casa de Amanda en 1958, cuya tienda situada en el bajo, también tenía acceso desde la plaza Mayor. Curiosamente en el primer plano aparecen unos jovencísimos Ramón Asenjo y Pilar Fernández, mi añorada y queridísima prima Pili acompañando a una amiga, como si el destino también quisiera jugar a este misterioso juego llamado vida.

2 comentarios :

  1. Un enorme placer leer estas líneas, que nos hacen recordar y meditar

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  2. Gracias Pepe,que recuerdos desde la distancia, muy emocionante

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