miércoles, 10 de junio de 2015

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CLXII)




EL PODER DE LA MIRADA
Por Antonio Esteban González
 
Hay miradas que lo dicen todo y que expresan, mejor que lo que pudieran expresar las palabras  -valga la redundancia-  las palabras más expresivas. Quiero decir que la mirada de Ramón o la mirada de Carmen son lo suficientemente expresivas. No hacen falta palabras. Por eso dicen los periodistas gráficos y todos aquellos que nos dedicamos a juntar letras que una imagen vale más que mil palabras. Yo diría aún más: una mirada vale más que diez mil palabras o que las palabras que pueda contener un Diccionario y esta foto es prueba de ello. Uno podría haber titulado hoy, la sección, con este título: DOS MIRADAS y mis lectores se hubieran ahorrado leer los cuatro párrafos
Fíjense en los semblantes: tanto Carmen como Ramón parecen embelesados  -embelesar es un verbo que significa cautivar con los sentidos-  Carmen con los ojos entrecerrados y la mano apoyada en el pecho de Ramón, como era costumbre entre novios porque, cuando uno no era novio de la chica y la sacaba a bailar, ella le decía: “¡Cuidadito…¡.¡Que corra el aire…¡”. ¡Que corra el aire…¡”. Y tenías que separarte. En el caso de Carmen y Ramón, no.
Carmen, muy elegante y como era habitual en las chicas de ayer, llevaba una medalla al cuello y unos pendientes modernos y Ramón, con su traje y su corbata a cuadros haciendo juego también muy a la moda.
La verdad es que Carmen y Ramón  -o Ramón y Carmen-  forman una bonita pareja que, como otras muchas parejas de ayer, se dejaron fotografiar en un baile y que, al final, se casan y como ayer, también, fueron felices y comieron perdices y a mí no me dieron porque no quisieron.

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