martes, 11 de noviembre de 2014

Pedro Peñamil Potes: sacerdote, catedrático, escritor...(I)



 De pie: sus hermanas María y Francisca con su cuñado Antonio. Sentados: Pedro con sus sobrinos Esther, Julio y Toño. Detrás, su madre Elvira Potes.



Pedro Peñamil Potes es recordado, por supuesto y mucho, por su familia; pero ya casi es  un desconocido para muchos cacabelenses y lamentablemente olvidado por las instituciones.
Pese a su temprana muerte, a los cuarenta y cuatro años, Pedro vivió con intensidad, provecho y entrega. Sus estudios, sus libros y su obra social  son buena prueba.  
Su historia comienza a principios del siglo XX en Villadecanes, nuestro cercano pueblo. Son años difíciles; la economía del Bierzo, debilitada principalmente por la crisis de la filoxera,  aún no ha comenzado a sentir de los beneficios de la minería. El matrimonio formado por Manuel Peñamil y Elvira Potes, forzado por la falta de trabajo remunerado y la muy escasa hacienda familiar, deciden, como tantos otros bercianos, emigrar a Argentina.
Elvira cruza el Atlántico embarazada y los pocos meses de su llegada a Buenos Aires nace su hijo, Pedro, quien tiene que compartir durante la lactancia el pecho de su madre con otros bebés de la alta burguesía bonaerense. Las dificultades económicas obligan a Elvira a ejercer el oficio de ama de cría (también llamado ama de leche o nodriza) en la actualidad prácticamente en desuso en el mundo occidental. Es el año 1907.
-Quizá ya desde ese momento empieza Pedro a desarrollar la generosidad y la capacidad para compartir lo propio; me comenta Jesús, uno de sus sobrinos.
Predicando desde el púlpito
Rotas las expectativas de una nueva y mejor vida, regresan a España. Dos hermanas se suman a la familia: Francisca y María.
Pedro pasa su niñez en Villadecanes y, como tantos otros niños de su época, ayuda en las faenas agrícolas y en las tareas domésticas familiares. Aunque esto motiva su ausencia de la escuela durante muchos días del curso, su interés y capacidad de aprender están muy vivos en él. Fascinado por la naturaleza que le rodea, muy pronto aprende a distinguir las plantas, los animales, los ciclos de la vida…Y, sobre todo, a practicar los valores de la humildad y la pobreza por encima de los valores materiales.
La alerta dada por un maestro de las altas capacidades intelectuales de Pedro y las profundas convicciones familiares conducen al joven a los quince años al Seminario de Astorga sin tener una formación escolar adecuada. No serán fáciles los primeros meses. Deja la familia y un entorno, aunque adverso por aquellos años, entrañable para él. En compensación la capital maragata le ofrece la oportunidad de aprender y desarrollarse intelectualmente.
Pedro con su cuñado Antonio Rodríguez
Durante su permanencia en el Seminario avanza con rapidez en los estudios y desarrolla un carácter crítico y rebelde, sorprendente para el lugar y para la época. Unos poemas satíricos, que distribuye entre sus condiscípulos, son la gota que colma el vaso y provocan su expulsión.
El siguiente destino es el seminario de Cuenca, donde es muy bien acogido por don Cruz Laplana y Laguna, obispo de aquella diócesis desde 1921 hasta su fusilamiento en 1936 por milicianos anarquistas. Abandona la ciudad de las casas colgadas para cruzar por segunda vez el Atlántico. Ahora el destino será Méjico, donde finalizará los estudios de teología y filosofía, y donde será ordenado sacerdote.
Cacabelos se convertirá en el lugar de vacaciones, de nuevas relaciones y nuevos amigos al trasladarse a vivir la familia a nuestro pueblo. Aquí vivirá días felices con su madre y hermanas. Sus dotes personales le abrirán las puertas de muchas casas cacabelenses de todas las condiciones sociales.

Desde su ordenación muestra enorme interés por la formación de los jóvenes. En Méjico comienza su labor apostólica entre los jóvenes mostrando un enorme interés por su formación religiosa y educativa. Labor que continuará en los Círculos de Acción Católica de Hollywood y Los Ángeles al trasladarse a Estados Unidos.
En esta última ciudad Pedro vivirá los años más intensos y fecundos de su vida. Pronto será director de Acción Católica de aquella ciudad californiana y, gracias a su gran capacidad de trabajo, desarrollará paralelamente la carrera docente como catedrático de Literatura Española en la Universidad de Loyola y una carrera literaria como escritor.
Continuará...
Pedro, recién ordenado sacerdote, con un grupo de alumnas en Méjico

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