miércoles, 6 de febrero de 2013

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (XXXVII)


                                                       
                                                                            LA ACADEMIA (III)
                                                                                                    

                                                                                                                 Antonio-Esteban González

El fondo de la fotografía siempre es el mismo: la triste realidad de una guerra: una pared deslucida y una ventana y, ante esa pared y esa ventana   -la hermosa realidad de una posguerra, a pesar de todo-  unas niñas que aquel día habían vestido las mejores galas  -o casi las mejores galas-   para dejar constancia de que estudiaban en la Academia y, no, en la Escuela de la Villa y, no era desdoro estudiar en la Escuela de la Villa, pero los papás con posibles enviaban a sus retoños a la Academia.
Tal vez estas niñas, en las horas de ocio, mientras jugaban, cantarían aquello que todos los niños en España cantaban y que, hoy, ya no se canta: Antón, Antón, Antón Pirulero, cada cual, cada cual que atienda a su juego y el que no lo atienda pagará, pagará una prenda de mucho dinero, Antón, Antón, Antón Pirulero...
Y, de vuelta a las aulas, aprenderían, de memoria, las parábolas de la Biblia y los quebrados que quebraban la cabeza y los ríos de España: Miño, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir y Ebro que nace en Fontibre, provincia de Santander y desemboca en el Mediterráneo formando delta o los hijos de Jacob: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftali, Gad, Asser, Issacar, Zabulón, José y Benjamín, nombres que ahora no se aprenden porque no se estudian y para desintoxicarse, las respuestas a las preguntas del catecismo del Padre Astete y, de nuevo, a la calle, para cantar, además de las coplas de la Piquer aquello de el patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los demás. Agáchate y vuélvete a agachar que las agachaditas no saben bailar... y, al llegar a casa, resolvían los deberes o sea los problemas de aligación o de regla de tres o iban a buscar agua con el botijo -había en todas las casas algo  llamada botijo que conservaba el agua fresca- a la Fuente de la Salud . Todas estas niñas querían ir al baile para  ser mayores o al cine y, mientras tanto, seguían cantando, cogidas del brazo, a tapar la calle que no pase nadie que pasen mis abuelos comiendo buñuelos; que pasen mis abuelas comiendo ciruelas.
Ahí las tienen a todas ellas. En la primera fila, de izquierda a derecha: Mary Carmen, que siempre será la hija del Juez, Gelines Quindós, que, por si no lo saben, se casó conmigo, -o yo con ella-   Marisa Prada, Ketty Mauriz, que nos facilitó esta foto, Mary Tere, la "Lizáfara" y Edita, que no se llama Edita, sino Agueda o Aguedita .
En la segunda fila, Cuqui, la de Lizáfaro, Ludivina  -o Luz Divina, la del Humeral-,  Toñita, cuya madre regentó una frutería en los soportales, Naya Mauriz, casada en Ponferrada con Tito Gabela, Felicidad, más conocida por Cidad, Paquita, la de Cuca, viuda, ya, Felisa Ovalle, Juliña Pol, hermana de Dorita Pol y Esther Peñamil, prima de otra Paquita que siempre lee este blog y es una de nuestras más fieles seguidoras.
En la tercera fila, Ramonita, ahijada de Ramona, la "Pesquera", Celina, desgraciadamente ya desaparecida, Rosa Mary, la del Practicante, Cuqui, la "Sillera", Celia, la de Albertín, casada, también, en Ponferrada, Dora, la mujer de Pepe Uría,, Pili Valín, Elia, que vive en Barcelona y es hermana de Manolín el que vive en la calle del Ouro y Carmiña.
Y, en la cuarta fila, las más pequeñas, que, sí, esas sí, seguramente tenían una muñeca vestida de azul con su camisita y su canesú; que la llevaron de paseo y se les constipó y la metieron en cama con mucho dolor: Crucita, Marisa Peña, Paquita y Loliña.

1 comentario :

  1. Que pena me da ver esta foto y pensar en la infancia de mi madre y de la mayoria de las niñas de esa epoca en cacabelos, ellas no pudieron ir ni a la academia ni tan siquiera a la escuela porque tenían que trabajar y por supuestísimo tampoco tenían ninguna muñeca vestida de azul con la que jugar.Menos mal que los tiempos han cambiado y hoy no solo los hijos de los que tienen dinero pueden también estudiar...

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