jueves, 13 de septiembre de 2012

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (XVI)

Juan José Domínguez(con la pierna cruzada) posa con sus compañeros en Bilbao el mismo día de los acontecimientos
                                   
                                 LA SENTENCIA (y IV)
                                                                                                               
                                                                                                                      Antonio Esteban González 

 Dice Miguel Ángel Rodríguez  -tertuliano en diversos medios de comunicación y portavoz del Consejo de Ministros en el primer gobierno de José María Aznar-  que son muchas las incógnitas que sobrevuelan sobre los sucesos de Begoña.
"Es cierto el enfrentamiento entre carlistas y falangistas y, también el lanzamiento de una bomba,  -algo que negó rotundamente fray Eusebio García de las Pesqueras, que asistió en sus últimos momentos al condenado y que dijo a Mary Celi, la hija del falangista, que él había estado en Begoña y que no hubo ninguna explosión-  pero el posterior desarrollo de los acontecimientos que desemboca en la ejecución , parece envuelto en una trama de conspiraciones silenciadas durante la Dictadura".
"A los pocos días de ingresar en prisión  -y después del fusilamiento de su compañero,  Jorge Hernández Bravo, uno de los implicados-  redacta un informe dirigido al Camarada General de F.E.T y de las J.O.N.S en el que, punto por punto, desmonta los RESULTANDOS de la sentencia, dada a conocer el veinticuatro de agosto con la seguridad de que todos estos datos sirvan para que rápidamente se haga justicia a nosotros y con ello a la Falange.
Hernández Bravo, de veintiséis años de edad y Delegado Nacional de Deportes del SEU saca en conclusión que el proceso judicial es una farsa repleta de incongruencias e irregularidades, destinado a encontrar una cabeza de turco que calme a los militares.
Entre los errores y omisiones del Tribunal  -presidido por Antonio Castejón Espinosa, general de División, quien, muchos años después confesaría a Piruchiña que había sido forzado a firmar la sentencia de muerte-  está la declaración de Antonio Pando, supuesto testigo del lanzamiento de la granada y cuyo testimonio sirve para inculpar directamente al falangista.
Pando describe al responsable  -según él-  como un hombre completamente rubio, cuando en realidad Domínguez es moreno como el azabache.
También dice que fue entregado por él a las autoridades, y fueron ellos mismos, desde Begoña, a denunciar los hechos en Comisaría.
Las contradicciones de Pando serían suficientes para invalidar la declaración, sin embargo sus afirmaciones son tenidas por rigurosamente ciertas.
Otros testigos, como el fotógrafo de la revista HIERRO, son rechazados e, incluso, Valentín Galarza, Ministro de Gobernación  y falangista-  envía un telegrama a Narciso Perales para que difunda discretamente los hechos ocurridos en Bilbao en donde agentes al servicio de una potencia extranjera han perturbado la paz con un atentado.
Hernández Bravo  - el compañero de Domínguez que se echó atrás cuando se planeó la fuga de éste-  cuestiona también las palabras de Varela al decir que se trataba de un atentado ya que el General ni siquiera fue testigo del acto porque aún estaba en el interior del templo.
A raíz de la sentencia, el carlismo es castigado y Galarza y Varela son cesados  -al igual que Serrano Súñer-  y ambas decisiones responden a una maniobra de Franco para controlar la amalgama de fuerzas políticas que lo mantenían en el poder. De ahí, tal vez, las palabras del Generalísimo a Perales y a Eijo Garay a quienes recibió en El Pardo vestido con un batin rojo y oliendo a "Varón Dandy", como comentaría a Peruchiña el mismo Perales,  "A Domíguez tenía que condecorarlo  -dijo Franco-  pero me veo en la obligación de fusilarlo".
¿Acaso no tenía Franco  -y, sin duda, lo tenía-  el suficiente poder sobre el tribunal militar para amnistiar a Juan José?. Si lo tenía y no quiso hacerlo, este suceso es una de las muchísimas incógnitas que quedan por desvelar en la Dictadura.
Pero lo más importante de la sentencia  -o, al menos, lo más interesante, a nuestro modo de ver-  es el 4º RESULTANDO de la misma, que en el apartado "C" dice: "... y en el momento preciso en  que salía del Templo el Exmo. Señor Ministro del Ejército con las demás autoridades, el falangista de Madrid Juan José Domínguez Muñoz sacó una bomba de mano que arrojó contra el grupo, la cual bomba se desvió providencialmente, ocasionando un elevado número de víctimas".
"Quiero analizar este RESULTANDO  -dice Hernández Bravo-  en el que se pretende sentar, como ciertas, las bases para sacar a relucir el delito frustrado contra el general Varela: si el entonces Ministro del Ejército salió por la puerta indicada y avanzó hasta la escalinata y, hasta entonces, no había habido explosión ¿ por qué el redactor grafico de LA GACETA DEL NORTE asegura que Varela no salió?. ¿Salió después de la explosión?. ¿Por qué no hay fotografías de todo lo ocurrido?. Eso ya no importa, pero un conocido requeté dijo que el General manifestó en la Iglesia, al oír la explosión: "¡ Cómo nos quieren...¡" y salió por la puerta de la sacristía.
"Asegurar, pues, que Juan José Domínguez fue el alma del lanzamiento de la bomba, lo asegura la sentencia exclusivamente".
"En esa sentencia, también se dice que Antonio Pando vio a Domínguez, lo detuvo y lo entregó a las autoridades, reconociéndolo después en rueda de presos, pero lo cierto es que ni lo detuvo ni lo entregó, ya que nos presentamos nosotros voluntariamente en Comisaría".
"El reconocimiento se hizo más tarde y en ese reconocimiento Juan José iba vestido ordinariamente y lucía pelo largo. Todos los reclusos que estaban con él, sin embargo, iban rapados al cero".
"Además, unos minutos antes, Antonio Pando, mantuvo una entrevista con el capitán jurídico Antonio Toscal, a quien dijo: "Descuide usted. No me equivocaré en el reconocimiento. Lo tuve cogido varios minutos. Tiene la particularidad de que es completamente rubio".
"También en este RESULTANDO se dice que la bomba  -una granada de fabricación italiana-  se desvió providencialmente. Yo debo decir que la desviación entre la trayectoria  -punto de partida y punto de llegada-  es superior a 90 grados. O sea, más bien, cambio de sentido que de dirección. Es muy difícil encontrar a alguien que explique este HECHO PROBADO de la desviación de una bomba de percusión que al más ligero choque explosiona y que, sin embargo, no lo hizo hasta tropezar en el suelo".

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En el último párrafo de la sentencia se puede leer: "Fallamos que debemos condenar y condenamos a los procesados Juan José Domínguez Muñoz y Hernando Calleja García a la pena de muerte; al procesado Jorge Hernández Bravo a la pena de treinta años de reclusión mayor con interdicción civil  durante la condena e inhabilitación absoluta; a los procesados Luis Lorenzo Salgado y

Juan José Domínguez Muñoz

 Eduardo Beristegui Guerendarín a la pena de veinticinco años de reclusión mayor con la accesoria de interdicción civil e inhabilitación absoluta; al procesado Virgilio Hernández Rivadulla, a la pena de veinte años de reclusión mayor con la accesoria de interdicción civil y al procesado Eugenio Moretón Soriano a la pena de diez años de prisión con las accesorias de suspensión de todo cargo y del derecho de sufragio durante el tiempo de la condena y absolvemos libremente a Roberto  Valero Fernández".

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-Y eso es todo  -me dice Mary Celi-  pero un año después estaban en la calle  y con las carreras terminadas...
Hace una pausa.
-Papá había dejado, escritas, una especie de MEMORIAS, que se guardaban en la caja fuerte de mi tía Amanda, pero, desgraciadamente, desaparecieron. Quizás esas MEMORIAS hubiesen aclarado muchas cosas...
Me mira a los ojos y dice con firmeza:
-Estoy segura de una cosa: que desde allá arriba  -y señala el cielo, muy azul en Cacabelos en esta tarde de verano-  cuando sus compañeros fueron excarcelados, sonrió de una manera muy especial.
Tal vez sonriese, sí, porque habían quedado en libertad. Él había sido, a los ojos de la Ley, culpable y así lo aceptó.
Era el último sacrificio  -el supremo sacrificio-  por unas ideas que lo llevaron ante el pelotón de fusilamiento  -como a muchos otros, por otras ideas-  pero él, Juan José Domínguez Muñoz fue el único  falangista fusilado por Franco.

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Nota del editor: Con esta cuarta entrega concluye esta  serie dedicada a la figura de Juan José Domínguez. Quiero felicitar a Antonio Esteban por el esfuerzo realizado, por haber logradp documentarse exhaustivamente y por haber sabido mantener en todo momento la objetividad imprescindible a la hora de eleborar todo el trabajo. También quiero agradecer profundamente a la hija de Juan José, Mª Celi, por todas las facilidades que nos ha dado para poder publicar este trabajo basado en documentos originales, copias, fotografías personales, recuerdos, etc.y que sin su colaboración  nos habría sido imposible realizarlo con el rigor que se merece el protagonista principal de esta historia.

1 comentario :

  1. felicidades a Antonio Esteban, por este impresionante testimonio.
    gracias por compartir este tipo de documentos que sin duda nos llevan a "entender" o no,nuestro pasado

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