EN CARRACEDO, AYER
Por Antonio Esteban
La foto es de ayer, de un ayer ya lejano. En Carracedo. En
el Monasterio de Carracedo y, tal vez, el día de san Bernardo. Las mozas y los
mozos -dos mozos y seis mozas- habían ido
-seguramente a pie- a la
Fiesta -no a la Fiesta religiosa- que, a lo mejor, sí, a lo mejor habían ido a
la Misa- sino a la fiesta mundana, a
comer palomitas de maíz, a degustar helados de chocolate o de nata y nubes de
azúcar o barquillos porque, el barquillero de Ponferrada no faltaba a ninguna
fiesta y, a veces, incluso, regalaba barquillos. Y a bailar. Sobre todo, a eso:
iban a bailar, pero, a las diez y “las diez son las diez ¡en casa ¡”.Sin
olvidar el refrán que recordaban los papás: A las diez, en la cama estés”,
porque era época de refranes. Y de Carracedo volvían, un pie detrás del otro,
desde la alameda a Cacabelos para estar
en casa a las diez de la noche en punto
-sonaba la sirena de cementos Cosmos que regulaba la llegada- en casa.
Y eso hicieron, seguramente los chicos y las chicas que
aparecen en la foto, entre las ruinas de un monasterio que aún no había sido
restaurado.
Ahí están, decía: Rosa Mary, la hija del practicante,
Alfredín, el de “Lizáfaro”, Gelo, el del “Bar Español”, Isabelita Ovalle, Mabel
Rico, Esperancita, Olguita, la hija de don Antonio “Guerra” y Berta, la hija de
Amanda, que, por aquel entonces, era la novia de Gelo.
Unas mozas en flor, ayer, y que hoy, algunas, ya son abuelas
o no están entre nosotros y que, las que quedan, tal vez digan aquello de que
“cualquier tiempo pasado fue mejor”. O, a lo mejor, no dicen nada.
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