...Y YA NO ESTÁN TODOS LOS QUE SON (II)
Antonio-Esteban
González
Esta mañana, como todas las mañanas, al levantarme, he abierto la ventana de mi biblioteca porque huele la habitación a tinta impresa, a papel y a libros. No me desagrada el olor, pero quiero que entre el viento del alba.
Al Norte, sobre las montañas, veo nieve. Al Sur, en los Montes del Apostolado -La Cabrera- también hay nieve y recordé, al ver su albor, la letra de una canción que se canta en El Bierzo y que entronca, perfectamente, con el pie de esta foto: "Subí a lo alto La Aquiana por ver como amanecía. Como era tan de mañana, imposible se me hacía, levantarme de tu cama y pasarme a la mía".
Pero, dejémonos de lirismos. Tengo que escribir un pie de foto -un segundo pie de foto para acompañar a una segunda fotografía de la tuna de Cacabelos- y llega hasta mi mente algo que leí sobre los sopistas de los que hablé hace una semana y que aparece en un libro titulado LIBER CONSTITUTIONIS, escrito hacia el año 1300 en Lérida y que versa sobre la prohibición de las rondas nocturnas a los escolares. Se condenaba a los rondadores a la pérdida de los instrumentos ya que rompían el silencio de la ciudad.
También recuerdo algo sobre las cintas de colores que cuelgan de las capas de los tunos escrito en RAZÓN DE AMOR Y DENUESTOS DEL AGUA Y DEL VINO y que dice que las cintas son muestras de amor por las que la dama reconoce en la oscuridad de la noche al amado.(Ellos, los tunos, lo expresan líricamente con estas palabras: "que cada cinta que adorna mi capa guarda un trocito del corazón").
Jiménez Catalán, un ensayista y profesor de Universidad, escribe, en un tratado de música algo curioso: "De las estudiantinas de sopistas salieron hombres que gobernaron en España y que ocuparon puestos preeminentes en las letras, la política y el foro".
Desgraciadamente no cita nombres.
He encontrado, también, refranes que asocian a la tuna con la vida diaria: "Ni mus sin jarra ni estudiante sin guitarra" o "Un estudiante sin guitarra es como un cometa sin cola" y una cancioncilla que aún circula por ambientes estudiantiles: "A tu puerta hemos llegado veinticinco de cuadrilla. Si quieres que nos sentemos, saca veinticinco sillas".
Sin embargo, después de estas referencias, me quedo con la letra de otra canción que aunque no habla de estudiantinas es propia de cualquier tuna y se canta en muchos rincones de España, a pesar de que su origen es en las montañas de León: "Al otro lado del río, tiene mi padre una viña. Ni la poda ni la cava, vendimiar sí la vendimia" y en cuya segunda estrofa se alude a los estudiantes: "Las viñas junto al camino, ya te he dicho que no plantes, que muy pronto se vendimia cuando pasa un estudiante".
Esta canción, seguramente, la han cantado muchas veces, los tunos que se dejan fotografiar junto a la estatua del Vendimiador. ¿Los reconocen...?. Son Mundo; Jorge, el hijo de don Ángel el maestro; Teo, -ya fallecido- ; Manolo Pol, que era el abanderado; Ramón, el de Cusa; Gelo de Paz; Belén, hija de Luso; Belarmino, de Villamartín; José, el de Uría; Javi, el de Julito; Eduardo de San Juan de Carracedo; José Luís, maestro en Toral; Jorge, de Villafranca; Raquelita Uría; Ricar; Martín, el pintor; Luis, el de "La Española"; Luis Rivera, del Hostal Santa María; Toño, el de Eusebio; Toño, el marido de Josefina y un acordeonista de Valladolid que se unió al grupo.
Eran todos los que estaban. Hoy, desgraciadamente, ya no están todos los que eran .
Esta mañana, como todas las mañanas, al levantarme, he abierto la ventana de mi biblioteca porque huele la habitación a tinta impresa, a papel y a libros. No me desagrada el olor, pero quiero que entre el viento del alba.
Al Norte, sobre las montañas, veo nieve. Al Sur, en los Montes del Apostolado -La Cabrera- también hay nieve y recordé, al ver su albor, la letra de una canción que se canta en El Bierzo y que entronca, perfectamente, con el pie de esta foto: "Subí a lo alto La Aquiana por ver como amanecía. Como era tan de mañana, imposible se me hacía, levantarme de tu cama y pasarme a la mía".
Pero, dejémonos de lirismos. Tengo que escribir un pie de foto -un segundo pie de foto para acompañar a una segunda fotografía de la tuna de Cacabelos- y llega hasta mi mente algo que leí sobre los sopistas de los que hablé hace una semana y que aparece en un libro titulado LIBER CONSTITUTIONIS, escrito hacia el año 1300 en Lérida y que versa sobre la prohibición de las rondas nocturnas a los escolares. Se condenaba a los rondadores a la pérdida de los instrumentos ya que rompían el silencio de la ciudad.
También recuerdo algo sobre las cintas de colores que cuelgan de las capas de los tunos escrito en RAZÓN DE AMOR Y DENUESTOS DEL AGUA Y DEL VINO y que dice que las cintas son muestras de amor por las que la dama reconoce en la oscuridad de la noche al amado.(Ellos, los tunos, lo expresan líricamente con estas palabras: "que cada cinta que adorna mi capa guarda un trocito del corazón").
Jiménez Catalán, un ensayista y profesor de Universidad, escribe, en un tratado de música algo curioso: "De las estudiantinas de sopistas salieron hombres que gobernaron en España y que ocuparon puestos preeminentes en las letras, la política y el foro".
Desgraciadamente no cita nombres.
He encontrado, también, refranes que asocian a la tuna con la vida diaria: "Ni mus sin jarra ni estudiante sin guitarra" o "Un estudiante sin guitarra es como un cometa sin cola" y una cancioncilla que aún circula por ambientes estudiantiles: "A tu puerta hemos llegado veinticinco de cuadrilla. Si quieres que nos sentemos, saca veinticinco sillas".
Sin embargo, después de estas referencias, me quedo con la letra de otra canción que aunque no habla de estudiantinas es propia de cualquier tuna y se canta en muchos rincones de España, a pesar de que su origen es en las montañas de León: "Al otro lado del río, tiene mi padre una viña. Ni la poda ni la cava, vendimiar sí la vendimia" y en cuya segunda estrofa se alude a los estudiantes: "Las viñas junto al camino, ya te he dicho que no plantes, que muy pronto se vendimia cuando pasa un estudiante".
Esta canción, seguramente, la han cantado muchas veces, los tunos que se dejan fotografiar junto a la estatua del Vendimiador. ¿Los reconocen...?. Son Mundo; Jorge, el hijo de don Ángel el maestro; Teo, -ya fallecido- ; Manolo Pol, que era el abanderado; Ramón, el de Cusa; Gelo de Paz; Belén, hija de Luso; Belarmino, de Villamartín; José, el de Uría; Javi, el de Julito; Eduardo de San Juan de Carracedo; José Luís, maestro en Toral; Jorge, de Villafranca; Raquelita Uría; Ricar; Martín, el pintor; Luis, el de "La Española"; Luis Rivera, del Hostal Santa María; Toño, el de Eusebio; Toño, el marido de Josefina y un acordeonista de Valladolid que se unió al grupo.
Eran todos los que estaban. Hoy, desgraciadamente, ya no están todos los que eran .
La de la Guitarra al lado de Martín es Mari Mar la hija de Felipe el del Campo
ResponderEliminarNos comunican dos veteranos de la Tuna que la que está al lado de Martín es Elisabeth, la hija de Julián el Guardia.
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