Se nos fue el oso bueno
Sabía que el estado de salud de Gelo no era bueno estos días,
pero recordaba otras situaciones muy delicadas en el hospital de León y quería,
o deseaba, creer que ésta sería una más y pronto podríamos recuperar alguna charla
al fresco en el jardín de su casa. No ha podido ser, ha emprendido el último viaje cargado con
una maleta colmada de generosidad.
Al nombre de Gelo se le añadía siempre su
apodo –heredado de su padre- “El Oso”. Y es verdad que era un oso, pero un oso
de peluche, un oso bueno como así lo avalan la variedad de actividades en pro
de los demás que organizó con entrega durante su vida.
Se me olvidarán algunas, pero recuerdo los primeros pasos de
la Asociación de Voluntarios Flavium –la presentación en la Plaza de Abastos-,
allí estaba Gelo. El invento del pincho peregrino fue una idea suya para ayudar
a los caminantes a Santiago y promocionar entre ellos el nombre de Cacabelos. En
primera línea estuvo en la fundación de la Charanga el Grillo y en la banda de
trompetas. Cuántas promociones del Colegio recordarán la figura de Gelo asando
las castañas en el patio para celebrar el magosto. Estará en el recuerdo el
próximo 5 de enero delante de la hoguera de la Plaza de Santa Lucía, tradición
perdida durante años y que Gelo recuperó…
Pero si alguien ocupaba un lugar privilegiado en su corazón
eran los niños. Los magostos comentados anteriormente son un ejemplo de esa
entrega a los más pequeños. O las horas enseñándoles pacientemente a tallar
madera en el interior del belén viviente que se instalaba en la Plaza Mayor. O
las horas que él mismo pasaba en su taller realizando trabajos artesanales para
regalar a los niños en distintos eventos. Que se lo pregunten a los que
formaban parte de la comitiva de los Reyes Magos, bien contados los tenía Gelo
para que ninguno se quedase sin el recuerdo de ese día.
Así era Gelo, el oso bueno.
Podéis saber algo más entrando en...