TOÑO, SUSO Y TITO Y UN CABALLITO
DE MADERA
Por Antonio Esteban González
El caballo era de madera. Un
caballito muy aparente con crines, cola y silla de montar. Y junto al
caballito, tres niños muy serios, uno de ellos, el que cabalga, con un gesto
casi desafiante.
Era habitual en las Fiestas,
aquí, en El Bierzo, y supongo que en otros lugares que los fotógrafos ambulantes llegasen a la
villa con su trípode, su cámara, el teloncillo
de fondo y un caballito de madera, para que las mamás fotografiasen a
sus retoños. Estos esperaban, siempre, la voz del fotógrafo que decía:
“¡Atención al pajarito…¡”… No había pajarito, por supuesto, pero los niños
esperaban algo mágico y la magia se
convertía en realidad cuando tenían la foto en sus manos.
Y ahí están, un si es no es,
entre asustados y expectantes con sus gorrillas de militar sin graduación,
comprados en la última feria, graciosamente terciadas sobre lo frente, los
jerseys tejidos a mano con gruesas agujas de tricotar, los pantalones cortos y
los calcetines altos adornados con rombos de colores
La fotografía es una clásica
fotografía de ayer con un ligero color
sepia que la convierte en foto clásica y que pertenece a la triste década de
los años cuarenta del siglo pasado cuando este país nuestro acababa de salir de
una sangrienta contienda civil en la que hubo vencedores y vencido, pero en la
que no tenía que haber ni vencedores ni vencidos.
Fuere como fuere, es una foto
nostálgica de un tiempo agridulce que produce encontradas emociones como se las
producirá a Toño Fernández o a Tito Couceiro o a Suso, el “Carretón”, si
viviese.
Hoy sabemos qué ha sido de estos
tres niños pero ¿dónde estará el caballito de madera, las agujas de tricotar
jerséis y las gorrillas de militar sin graduación…?.