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Eduardo García López "Pirulo" |
Cacabelos no tiene puerto, pero para el marino Eduardo era
su puerto soñado y también ha sido el
último y definitivo, como él deseaba. Desde el pasado día nueve descansa aquí para
la eternidad a muchos kilómetros del mar, tierra a dentro, después de noventa
años de vida y de haber circunvalado la Tierra hasta cuatro veces.
Eduardo García López "Pirulo" no había nacido en Cacabelos, pero su sangre llevaba
esencia pura del pueblo. Era un Porrete,
como sus hermanos Alberto, Teresa, Luisa y Amalia. El lugar donde iba a nacer
quizá fuese ya, por la lejanía,
premonitorio del inquieto personaje que vería por vez primera la luz en
la ciudad de Avellaneda (Provincia de Buenos Aires, Argentina) en 1925. Apenas
ha comenzado a corretear, a los cuatro años, cuando llega por primera vez a
nuestro pueblo. Aquí pasará los años de infancia y juventud que marcarán su
fuerte e inalterable sentimiento cacabelense.
Con veinte años hubo de cruzar el Atlántico para regresar a
tierras argentinas donde debía realizar el servicio militar por estar
nacionalizado en ese país hispanoamericano. El pasaje fue sufragado por la
mismísima Eva Perón, la mítica esposa del presidente Juan Domingo Perón.
No fueron años fáciles para Eduardo aquellos primeros del
regreso a su tierra natal . La morriña por su Cacabelos de adopción era
continua. Los recuerdos acumulados brotaban constantemente: familia, amigos,
juegos, la pesca en el Cúa con su padre…y un incipiente amor, seguramente el más culpable a la hora de soñar con el
pequeño pueblo berciano. Presumía, orgulloso, entre los argentinos de
su Cacabelos y de su condición de cacabelense ante quien quisiera escucharle.
Sus años de juventud y su mejores recuerdos eran del Bierzo (me comentaba
días pasados Javier Pablo, su hijo).
Durante sus rutas marítimas tocaba en ocasiones puertos
españoles. El saberse en España, por lejos que estuviese Cacabelos de la costa,
obnubilaba de tal forma su mente que abandonaba el puesto y regresaba, aunque
sólo fuesen unas horas, a su querido pueblo. Cuando se reincorporaba al barco
de destino le esperaban, como era de rigor, una reprimenda y una sanción. Pero ambas habían valido la pena -seguramente
pensaba- después de haber estado con sus amigos Purín, Lolo Couceiro, Horacio
Guerra, Guillermo Luna, Alfredín el Mineiro, Xoquinín, Manolo el Pardal, Tano y
tantos otros. Y por supuesto la visita a su novia Luisa “La Fusila” del Campo
de los Bueis con quien se casó por
poderes. La rigidez de la sociedad y de la Iglesia de aquellos años era fuerte
y, en consecuencia, la familia no iba a
permitir que viajase la novia a casarse a Argentina: Vas, pero ya casada, como deber ser.
Después de toda una vida de trabajo, regresó a España y se
estableció con su familia en Torremolinos. Los casi mil kilómetros de
distancia no han sido obstáculo para
seguir viniendo a Cacabelos durante estos últimos quince años. Se compró un
apartamento céntrico para pasar la Pascua y el verano entre nosotros. Disfrutaba
plenamente de los paseos y las charlas en el Parque con otros jubilados arreglando el mundo.
Sus restos descansan en paz en el cementerio de Cacabelos
como siempre había sido su deseo y lo hacen en la tumba de su abuelo, Pedro
García El Esparaván.
-A buen seguro en el
cielo se habrá encontrado con algunos amigos para jugar a la billarda. Estará
preparando ya alguna cacería o buscando el mejor racimo para colgarle a San
Roque (imaginaba su hijo durante las pasadas fiestas del patrono de
Cacabelos).