En los primeros días de diciembre del año pasado se anunciaba en la prensa asturiana la culminación de la Operación Cacabelos. Se trataba una operación antidroga llevada a cabo por la Guardia Civil en el Concejo de Lena y que el benemérito cuerpo tuvo a bien bautizar con el nombre de nuestro pueblo.
En aquellas fechas ya hablamos aquí de la
Operación Cacabelos.
A miles de kilómetros de aquí está sonando también el nombre de Cacabelos y, qué coincidencia, también relacionado con el tráfico de drogas.
Hace unos meses la Policía Antinarcóticos del Guayas(Ecuador) evitó que 800 kg de droga, camuflados en lomos de atunes congelados, fuesen enviados desde Ecuador hasta España. La investigación determinó que el camuflaje de la droga en el interior del pescado, se realizaba en la factoría donde se empaquetaba el producto. Y éste procedía de la ciudad de Manta, provincia de Manabí, donde se ubica la empresa Pezfrescomar encargada de su manufactura.
En la operación, bautizada en principio como “Fortaleza”, se llevaron a cabo diversas detenciones. Entre las más destacadas figura la del gerente de la empresa, Servando
Cacabelos Rodríguez. La policía busca a un socio del anterior: Francisco Javier
Cacabelos Lois.
Ambos son españoles y con el apellido Cacabelos como bandera. Quizá por la coincidencia de la nacionalidad de los dos pollos y por tener un apellido tan especial, la prensa y la justicia ecuatoriana han bautizado el asunto por su cuenta. Es el
“Caso Cacabelos”.
¿Qué hacemos? ¿Montamos a estos dos a lomos de sendos atunes vivos y que crucen el Atlántico?