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Cristina Rodríguez Vázquez |
Cristina es-iba a escribir alumna- ya una exalumna del
Instituto de Cacabelos. Ha superado la prueba de selectividad y en un par de
meses iniciará otras aventuras estudiantiles pero ya alejada de la casa
materna y de Cacabelos. Ha sido discípula de la profesora de inglés recién
jubilada Manuela Díaz Quiroga y nos envía un texto de recuerdo y agradecimiento.
Manuela hates excuses
“Manuela hates excuses” es lo primero que recordaré
cuando alguien me hable sobre aquella mítica profesora de inglés que tantas
cosas nos enseñó sobre el mágico y casi desconocido país que era Australia.
Recuerdo que si una clase duraba 50 minutos, ella
sin darse cuenta gastaba 20 hablándonos de sus aventuras en aquel alejado
lugar. Uluru, los aborígenes, Sidney, Camberra… Creíamos que era imposible
viajar sin salir de un lugar flanqueado por cuatro paredes pero ella llegó y
nos demostró todo lo contrario. Viajamos sin levantarnos de aquellas frías
sillas verdes, sin abrir aquella vieja puerta de madera y sin dejar de observar
aquellas paredes verdes desgastadas por el tiempo.
Quizás la mayoría la recuerden como Manoli, pero yo,
déjenme decirles que siempre la he llamado Manuela. Bueno, yo y la mayoría de
alumnos en estos últimos años.
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Manuela Díaz Quiroga |
Lo más valioso que el ser humano posee es el
recuerdo de lo vivido; así espero que durante estos años de enseñanza y
profesión hayas ido guardando momentos buenos y malos y que, de vez en cuando,
ellos aparezcan sin más y te hagan regresar a los tiempos pasados con la
satisfacción de haber hecho las cosas bien. ¿Para qué guardar los malos? Por el
simple hecho de, también, recordar con mayor alegría el haber superado errores
y baches para lograr llegar al final de un gran camino.
Por último, quiero recordarte que el Instituto te va
a echar de menos y me lamento por el simple hecho de que las generaciones
venideras no tenga la posibilidad de escuchar aquellas fantásticas aventuras
vividas en Australia, no puedan escuchar de primera mano cómo es la vida de los
nativos australianos, ni el recordatorio de que Uluru no es una montaña sino
una piedra gigante. Tampoco podrán “enfadarse” cuando no hayan hecho los
deberes y pretendan poner una excusa y, entonces, la profesora les suelte un
fuerte y firme “Manuela hates excuses!”.
Es una pena que te retires de la docencia pero tengo
la firme seguridad de que en el instituto siempre quedará un aroma de tu
presencia y que sabrás disfrutar lo que viene ahora.
¡GRACIAS POR TANTOS AÑOS DE DEDICACIÓN EN MI NOMBRE,
EN EL DE LOS DEMÁS ALUMNOS Y EN EL DE ESOS PADRES A LOS QUE TAMBIÉN LE
DEDICASTE UN POCO DE TU VIDA!