sábado, 8 de agosto de 2015

Las fiestas de quintos animan el fin de semana





Quintos del 42, 43 y 44

Quintos del 48

 Si el pasado fin de semana fueron los romanos los protagonistas de la fiesta, éste lo animan varias generaciones de quintos y quintas. Por la mañana iniciaron las actividades los del 42, 43 y 44 de la que será su X  Reunión.  A la hora de la cena se sumaban los del 48.
El grupo de quintos más veterano, más numeroso y más organizado de todos los que últimamente celebran encuentros es el de los años 42, 43 y 44.  A mediodía se concentraron sus componentes delante del Ayuntamiento y se trasladaron al jardín de Las Angustias con la compañía de la charanga Os Bercianos. Allí regresaron a sus años mozos participando en los juegos tradicionales –cascajo, billarda, peón, llave, etc.-en los que muchos demostraron sus habilidades pasadas: “quien tuvo, retuvo”, suele decirse.
La empanada de batallón y el pulpo, preparado por Emiliana y sus hijas, dieron paso a una agradable tarde de bailes y canciones  que finalizaría con la misa en el Santuario oficiada por el quinto P. Luis Lago.
Para estos veteranos quintos la noche comenzó con una cena en El Apóstol que finalizará con baile y regalos.
Por su parte los del 48 se citarón en La Moncloa de San Lázaro para tomarse un aperitivo y cenar en un ambiente de buena camaradería.
Poldo apuntando a la llave

Chicas guerreras del ...

Más chicas guerreras

Tito Couceiro sigue siende el rey del peón

Tito: ser berciano un orgullo, de Cacabelos un honor

El P. Luis con Ricardo y Lita a su izquierda. A su derecha el sobrino de don Antonio, sacerdote que fue de La Angustia

Dora recogiendo su premio

Carmen sirviendo la empanada de primero para Tere
Cristina, Emilio y Toño esperando llevarse el pulpo
Ramón y Luciano, dos elementos del 48

Nuevo incendio cerca de Cacabelos

Este es el panorama que ofrece hoy "mi ventana". Un nuevo incendio cerca de Cacabelos -en Villafranca- está provocando la humareda que nubla hasta el sol. Una nueva barbaridad para la que ya no quedan adjetivos calificativos para condenarla.

R.I.P. Eduardo García López


viernes, 7 de agosto de 2015

Carlos el Gallo, el delantero que levitaba sobre la hierba



Carlos en la actualidad
-Fíjate bien, sigue pisando sin apenas rozar el suelo. Cuando salía al campo parecía que no tocaba la hierba, solo la rozaba con la puntera, como si no le pesase el cuerpo, era muy ágil.
Con estas palabras intentaba explicarme un amigo común la facilidad que tenía Carlos Fernández Gallardo para ser el terror de los defensas contrarios en sus tiempos de jugador de fútbol. 

En la actualidad, cuando en esta misma semana ha abierto  la puerta a la octava década de su vida, son todavía muchos los que cariñosamente se refieren a él como Carlitos el Gallo. Carlitos porque era casi un niño cuando ya se lo rifaban los mayores para que formase equipo con ellos. Y el Gallo –apodo que le puso Toñito el Herrero y que rápidamente se popularizó- porque en la zona del área donde aquel jovencísimo delantero centro vivía en tierra hostil, nunca se amedrentaba ante los rudos y veteranos defensas  con los que le tocaba bailar los domingos de partido. Es más, se envalentonaba y les hacía frente: se engallaba.
Carlos, como la mayoría de los niños de las generaciones próximas a la mitad del siglo XX, aprendieron a jugar al fútbol en las calles, la mayoría sin asfaltar y, por supuesto, sin estar equipados con botas y traje deportivo reglamentarios.
-Jugábamos los chavales en la Plaza, en el Sagrao (plazuela lateral a la Iglesia Parroquial), en la calle del Puente Nuevo…donde podíamos. Los partidos de verdad se jugaban en el Campo de San Isidro, donde está el Instituto; recuerda casi nostálgico Carlos.
Uno imagina un panorama desolador para la práctica deportiva en aquellos años: fútbol en la calle y natación en el Cúa durante el verano.
-No, jugábamos también a baloncesto y balonmano. Usábamos de cancha la zona peatonal frente al Banco de Bilbao y donde había una fuente. Allí, con Negrín y otros, llegamos a jugar en un mismo día un partido de baloncesto, uno de balonmano y otro de fútbol. Era una época en la que muchos chavales estábamos estudiando en colegios y sabíamos jugar. Durante alguno de aquellos años éramos más de treinta los que estudiábamos fuera.

Carlos se examinó y aprobó el ingreso a Bachillerato en Ponferrada a los diez años e inició ya el primer curso en Valladolid, interno en el colegio que los Jesuitas tenían en la capital castellana. Atrás quedaban los  años escolares con don Heliodoro, “Cachucho”, don Paco y don Augusto.
 No cabía otra posibilidad, para estudiar tenías que marchar. Unos íbamos a colegios para hacer el bachiller y otros a los de vocación religiosa que permitían estudiar gastando menos dinero. Mi padre eligió el de Valladolid por la buena fama que tenía.

Muy joven a su llegada a Coruña
El Colegio de los  Jesuitas de Valladolid estaba considerado entre los mejores por su calidad educativa. Por sus aulas pasaron muchos alumnos procedentes de las consideradas mejores familias de España. Nuestro paisano recuerda a Alfonso de Borbón y Pérez del Pulgar, de quien no hace falta añadir sus lazos de sangre. O también Marcelino Oreja, Ministro de Asuntos Exteriores durante la transición en el primer gobierno de Adolfo Suárez.

En Cacabelos no había instituto y no se podía ir a Ponferrada cada día con la facilidad actual. El bachiller duraba siete años y, sobre todo, los últimos cursos casi exigían estar a los alumnos en colegios con internado,  la mayoría  dirigidos por órdenes religiosas. Y para las chicas el camino era casi idéntico.
Desde 1953 Cacabelos ya tiene campo de fútbol reglamentario con vestuarios y tribuna para el público. Durante las vacaciones, y sobre todo las de verano, Carlos entrena con los veteranos de la Unión y comienza a ser solicitado para jugar en el primer equipo a pesar de no tener aún la edad reglamentaria. Las componendas con las fichas eran habituales y la suya también sufrió alguna alteración para poder disputar partidos oficiales. 

Destacaba entonces en la Unión un jugador, Antonio Mourelo, al que varios clubes de primera intentaban fichar. Los hermanos Lobato, dos industriales con bodegas en Cacabelos, residían en La Coruña y aconsejaron su fichaje al presidente del Deportivo. Era el año 1955 y Mourelo convenció a Carlos para que viajase con él para hacer las pruebas en el club gallego.
-Me dijo que él no iba si yo no le acompañaba. Fue el año que marchó Luis Suárez al Barcelona; recuerda. Nos alinearon a los dos con los Acuña, Pahiño, Bazán, Zubieta…en un partido amistoso en el campo de La Granja, era agosto, y  dimos un buen  repaso al contrario: metimos cinco goles entres los dos Nos ficharon a los dos. Fue mi primera ficha deportiva oficial.
Con el Deportivo (agachado, segundo por la derecha) 1955
En ese partido estuvo invitado como espectador el ferrolano Jesús Suevos, recién nombrado presidente del Atlético de Madrid.  Apreció la calidad de la pareja berciana e intentó conseguir su fichaje inmediato, pero el Deportivo no permitió que Mourelo y Carlos abandonaran el campo sin haber estampado su firma en el contrato.   

Comienza una nueva vida, joven y con dinero en el bolsillo. Para no interrumpir su progresión en el fútbol, el club consigue que realice el servicio militar en La Coruña como soldado cartero –un par de horas de trabajo por la mañana- que le permitiría entrenar y jugar sin grandes problemas de horarios.
 
Pero la fatalidad quebró aquellos sueños que empezaban a ser reales. Un terrible accidente de tráfico –uno de los primeros referido a Cacabelos- segó la vida de su padre, don Carlos, y uno de sus empleados, Andrés Martínez "Carracha". Corría el año 1958. Nuestro hombre debe regresar a casa para involucrarse en el negocio familiar del transporte; abandona La Coruña y vuelve a formar parte de La Unión.

Los que vienen serán años con abundantes éxitos deportivos del equipo de Cacabelos. Por primera vez está a punto de ascender a 3ª división, esperanza truncada en el partido de desempate ante El Castilla en tierras zamoranas.
-Formabas parte de “la delantera eléctrica”. ¿Quiénes la formabais?
-Roberto García Valtuille, era de lo mejor que había y pudo haber fichado por uno de los grandes, pero su padre le impuso primero estudiar, ya sabes que hizo medicina. También destacaban Negrín, Alberto, Tití, Enrique, Valerianito y Ricardo “Relojero”, que era un chavalín pero ya destacaba.
-¿Qué otros personajes cacabelenses relacionados con el fútbol recuerdas?
-A muchos. Especialmente a don Paco Rivas Reboleiro quien, siendo presidente, nos pagaba las primas después de los partidos en sobres que nos entregaba incluso en el restaurante donde comíamos a la vista de todos.  A don Manuel, alcalde muchos años, quien bajó al vestuario durante el descanso de un partido contra el Huracán en Ponferrada. Perdíamos tres a cero en el primer tiempo; ya no sé lo que nos dijo, pero en el segundo tiempo dimos la vuelta al partido y ganamos  tres a cuatro.
1969. La Unión juega la promoción de ascenso a 3ª división
La memoria de Carlos le permite continuar evocando nombres de jugadores, entrenadores, amigos, familiares…Se hace presente su abuelo don Bernardino (del que,  por cierto,  falta la fotografía en el Ayuntamiento junto a las de los otros alcaldes), aquel singular personaje que compró en los años veinte la Enciclopedia Espasa para que los cacabelenses pudieran ilustrarse y solventar sus dudas. Nos reímos al comentar si sería cierto o leyenda que puso como condición para su consulta el uso de guantes para no manchar sus páginas. De su recorrido por El Biezo acompañando a su primo Raúl Guerra Garrido cuando éste escribía "El año del wolfran".O de las apuestas de Félix Garnelo y sus amigos retándose a comer tantos cazuelos de callos como goles marcaría el próximo domingo.
-En un partido contra Vega de Espinareda ganamos trece a cero. Marqué seis,  me acompañaban Manolo, Tití,  Roberto y Lorenzo.
Pobre del que le tocase pagar ¿Qué precio tendría hoy un ariete de esta categoría?