sábado, 11 de agosto de 2018

Colette se va de Cacabelos con el corazón “partío”


Colette visitando la actual exposición temporal del MARCA



Lo del corazón partío nada tiene que ver con amores veraniegos de juventud y demás pasiones de esa edad. No, una mitad del corazón de Colette se queda en Cacabelos fruto del profundo enamoramiento de nuestro pueblo surgido durante poco más de un mes. Cuando apenas le quedan veinticuatro horas para iniciar el regreso a su país, ese órgano vital del cuerpo le pide quedarse, su intelecto reconoce las tareas que le esperan y obligan a partir.

¿Y quién es Colette? Colette Nadvornik Vincent es una universitaria francesa estudiante de Farmacia en Grenoble, capital de los Alpes franceses.  Apenas sin lazos afectivos o familiares que la uniesen, hasta ahora, con Cacabelos (Claire, una tía suya, también francesa, está casada con el francés de origen español Jean Pierre Droesbeke de madre cacabelense).

Gracias a tirar de ese hilo familiar llegó el pasado mes de julio invitada a pasar unos días por estas tierras con los ojos abiertos como platos para empaparse de todo lo que se interpusiese ante su mirada. Y así ha sido, día tras día no ha cesado de interesarse por aprender y conocer: costumbres, historias, comidas, pueblos…

Se expresa y entiende bastante bien el español:

-Estudié español en el bachillerato. Tenía que elegir entre español y alemán, (lo dice irónicamente) la elección era clara… el alemán es muy difícil.

En este mes largo ha notado un claro progreso en el dominio del idioma que enriquece preguntando las dudas y consultando su móvil en el que tiene instalado un traductor.

Colette nació hace 22 años muy cerca de París. A los nueve años su familia se trasladó a vivir al emirato de Dubái, en cuya capital permaneció hasta su ingreso en la Universidad de Grenoble, donde debe iniciar el siguiente curso a finales de este mes de agosto.

-¿Pero sabes qué pasa? -dice sorprendida- hay palabras de me dicen en Cacabelos y no aparecen en el diccionario.

Y es preciso aclararle que algunas de las que oye no son castellanas, son gallegas o galaico-bercianas que solo se usan en esta zona del Bierzo.

Preparando empanadas

Sé que ha querido ir probando todas las comidas que se elaboran por aquí, me intereso por las que ya conoce y su opinión:

-Me gustan todas. He comido paella, botillo ¡muy rico y fuerte!, chorizo, bacalao, la empanada de pulpo bravo ¡muy buena!
Yo era casi vegetariana, pero aquí como de todo.

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-¡Ah! También he comido pollo casero, puntualiza enfatizando lo de casero.

Mientras narra los descubrimientos que ha ido haciendo en Cacabelos y la vida de los cacabelenses, la expresión de su cara y el tono de voz indican la sorpresa y el entusiasmo que siente por cada uno de ellos. Cuenta los lugares que ha visitado:

-Estuve en los Ancares, Villafranca, Molinaseca, las Médulas (un poco decepcionada por la destrucción del paisaje). Fui a la fiesta de San Justo en Villabuena. Voy a ver esta noche las lágrimas de San Lorenzo…

Colette ya es una especialista haciendo el repulgue de las empanadas
Durante este tiempo ha sido casi adoptada por Miguel y familia de la Panadería la Golondrina. Ha sido espectadora de los actos de las Noches del Camino, ha estado en las presentaciones de libros organizadas por el MARCA y en cuantos acontecimientos han tenido lugar durante el tiempo de su estancia entre nosotros. 

-Sabía antes de venir que tenían panadería y he querido aprender. Me levanto a las cinco de la mañana para trabajar. Miguel se enfada conmigo porque me dice que no necesito madrugar tanto, que puedo ir más tarde. Pero yo quiero conocer todo el proceso de lo que hace y paso la mañana en la panadería. 

Le pregunto por lo que más le ha llamado la atención al llegar a Cacabelos:

-Había mucha gente en la calle, en las terrazas de los bares por las noches. Y aquí vi la primera cigüeña en la realidad. Hay muchas cigüeñas aquí, resalta acompañando la frase con un gesto de la mano.

¿Te apetecería quedar a vivir en Cacabelos?

-Sííí –lo dice muy convencida-Me gustaría trabajar aquí en la panadería, en una carpintería y en la agricultura (también hizo sus pinitos arando con un tractor). 
 
Le gustaría ser agricultora, además de panadera y carpintera
Pero tienes que marchar, le recuerdo, y pronto. ¿Te apetece volver?

-Nooo, responde tajante, pero dejando notar su ironía.

 El domingo emprende viaje a Madrid para encontrarse con unos antiguos compañeros madrileños que conoció de Erasmus en Kuopio, la ciudad finlandesa rodeada por el lago Kallavesi.

-Estaré solo dos días en Madrid con ellos. Había quedado en ir antes, pero como no quiero marchar de Cacabelos, ya no me quedan días.

Pronto llegará el momento de la despedida, dice que no llorará…veremos:

-Tengo que volver para conocer la vendimia de Cacabelos, exclama como quien pide un flotador cuando se está ahogando.

En el salón de actos del Museo Arqueológico el pasado 8 de agosto

Con David Díaz firmándole un ejemplar de "La células madre"

Con parte de la familia Droesbeke y sus "padres y hermano" adoptivos Miguel, Berta y Fran

El Campelín, un barrio que une


Los pequeños observan y escuchan el ensayo de la orquesta


Pocos barrios hay, por no decir ninguno, como el del Campelín o Santa Isabel que hayan sabido conservar casi totalmente la identidad con la que se identificaba cada uno de los de Cacabelos.

Quizá ha debido contribuir en parte la propia configuración entorno a su plaza. Pero de lo que no cabe duda, es que el esfuerzo de sus vecinos –quizá sería mejor decir vecinas- ha logrado mantener las tradiciones y ese espíritu de convivencia ya perdido en otros barrios cacabelense.


Hoy se celebraba la tradicional cena al aire libre que reúne a los residentes de todo el año y a muchos de los que viven lejos pero que regresan a pasar sus vacaciones aquí. El trabajo en común, aunque la iniciativa sea de unos pocos, sentaba a todos alrededor de las largas mesas en las que nadaban en abundancia empanadas, mariscos, embutidos, tortillas, dulces caseros…y bebidas para todos los gustos, sin faltar el cava para brindar y el café para espabilar.


Y como no hay fiesta sin baile, la música de la verbena final corría a cargo de “Habana Vieja” imponiendo los ritmos caribeños en esta noche en la que caen ´del cielo las lágrimas de San Lorenzo.

Durante el transcurso de la cena me comentaba Manolo Núñez, nacido en el Campelín y  criado en el Campelín, aunque residente en Cataluña :

-Veo corretear a los niños por el medio de la plaza y alrededor estamos los mayores sentados cenando. Es casi la misma imagen que veía hace cincuenta años: los padres charlando sentados delante de las casas y los niños jugando, todos tomando el fresco en aquellas noches de verano.

Muchos de aquellos niños son ahora los abuelos de los que correteaban por allí.

Cada vecino contribuye con lo que le parece más necesario

Isabel dando ambiente caribeño a la noche

Tres veteranas parejas casi profesionales del baile

"Habana Vieja" poniendo sabor y ritmo a la verbena

Cuatro cacabelenses que parecen auténticas criollas

Parte de la extensa familia Núñez Mallo, enraizados profundamente en el Campelín

Fiestas de San Roque los días 14, 15 y 16 de agosto