ONCE Y TRES MAS, A VECES NO SON CATORCE
Antonio-Esteban González
No era la Unión,
pero se le parecía mucho. Eran amigos que se divertían dando patadas, con
bastante sentido, a un balón de los de antes, de cuero, cuero, cerrado con una
correa que dejaba marcada la frente y, por eso, algunos de los mozos
-Neles, por ejemplo, el penúltimo, a la izquierda- lleva un pañuelo
anudado.
Lo que sí es cierto es que no había camisetas para todos y Gonzalo,
profesor o maestro o algo así, hoy, en Ponferrada, tenía que conformarse
y vestir camisola distinta, cosa que no le importaba, porque a Gonzalo lo que
le interesaba era marcar goles y los marcaba con una camiseta a rayas
verticales o con una camiseta de andar por casa.
Nino, por su parte, al estilo de los guardametas de aquel entonces, usaba una
gorrilla para resguardarse del sol y rodilleras que protegían
-naturalmente- las rodillas.
Las botas eran de tirillas de cuero ya que aún no había llegado la moda
de las botas argentinas con tacos, y además el Campo de San Isidro pedía este
tipo de bota.
Acompañaban al equipo, vestidos de calle: "Subasta", Polo y Berto
"Porrete", con chaqueta cruzada y corbata. ¿El resto?. El resto eran:
Nino, Mariano, Vitín, Carín, Chas, Julio "Viruta", Lorenzo, el
"Bufa", Pepe, el "Dieguillo", Gonzalo, Neles y Lolo, el de
Noles.
No importa saber el resultado ni el día .Quizás fuera en primavera. Ellos
iban a lo suyo y suyo era marcar más
goles que el contrario y eso es lo que hicieron, seguramente, aquella tarde de
domingo.
Un gran equipo de fútbol en el que aquellos once históricos del balompié
cacabelense valían, cada uno de ellos, por dos, por eso lo de ONCE Y TRES MÁS,
A VECES NO SON CATORCE.
Una foto, esta, que, seguramente, impregnará de nostalgia a los que ayer eran
mozos y hoy, como suele decirse, "viejas glorias".
C'est la vie, que dicen los franceses. O sea, la vida es así.