sábado, 9 de enero de 2016

Paco Peña, cien años como cien soles



Paco con hermanos, sobrinos, nietos...celebrando los 100 años


Paco Peña,  peluquero vitalicio de Cacabelos, cumple cien años que son como cien soles.  Sólo unos pocos elegidos llegan a centenarios y menos aun los que lo hacen con semejante capacidad intelectual y  vitalidad física.
Pilar, su madre, fue también una celebridad comarcal en el mundo de la hostelería. La casa de Pilar la de Peña –actualmente el Molino- acogía huéspedes y daba de comer a todo un ejército si hiciese falta:
-¡Ay querido! Todos los días había gente en la casa de mi madre. Despachaba toneladas de callos. Venían de Carracedo, Cacabelos, Quilós, Villafranca…de todos esos pueblos de por aquí. Los domingos era imposible: entonces los trabajadores cobraban a la semana y el domingo venían después a comer. Aquello parecía una feria.
Hoy no hay nada, eso murió.
Doble ración de tarta y cava para el centenario
 Paco habla pronunciando con contundencia; las dudas en algún momento a la hora de citar a personas o lugares se deben a la propia velocidad que imprime a la conversación. Continúa:
-Mi madre echaba unto a los callos. Cogía una tajada –hoy hay gente que no le gusta- la ponía en un exprimidor con un poco de agua, revolvía bien con pimentón y lo tiraba a los callos.
Venía la Pascua. Todos se juntaban en la casa de Pilar: cabrito, chorizos con cachelos –una cachelada, reafirma-, hoy no hacen eso, pero sobre todo los callos.
También los hacía la Corina (fonda adosada al antiguo Ayuntamiento) y la Bisibola en los soportales al lado de Rafael el Chusco (hoy churrería Cristina).

Todo, todo, todo –reitera, Paco- lo hacíamos nosotros. A mi madre le ayudaba mucho Julio, el tío Julio. Diario, diario, diario estaba trabajando ya desde las seis de la mañana.
Matábamos en la temporada hasta cien cerdos. Recuerdo que una vez o dos matamos ciento noventa. Se vendía todo, hasta en Madrid.
Paco no se apellida Peña,  se apellida Raimóndez.  Peña fue el apodo que pusieron a su padre y con el tiempo se convirtió en verdadero apellido y marca comercial: Casa Peña, Productos Peña, Peluquería Peña…
-Siendo mi padre mozo, ahí donde está ahora la Plaza de Abastos ¿no sabes?, detrás había una panadería que ahora es el hotel y al lado un pared de una bodega. Mi padre se subió a coger un nido y se cayó. Se quedó como muerto y la gente gritaba “que se mató, que se mató”. Cuando la gente llegó a carreras ¡puf! se levantó y escapó. Decían “mira como corre, es como una peña, más duro que una peña” y le quedó el mote.
Uno de sus primeros recuerdos está ligado a un accidente que sufrió en la Plaza Mayor. Apenas tenía cuatro años –había nacido en 1916 en plena I Guerra Mundial- cuando jugando con una niña rompió una pierna:
-Yo la llevaba a carracacho, caí y no me pude mover. Era al lado del escaparate del comercio del Alcalde, delante estaba la mujer de Guerra. Me curó Couceiro, el padre de los de Couceiro que era médico y Hermógenes que era secretario del Ayuntamiento y era aficionado a eso también. Me ataron la pierna con una cuerda a los pies de la cama. Me curaron muy bien, ni me quedó más corta que la otra ni nada.
El Cacabelos de su adolescencia y juventud, según su visión,  difiere mucho del actual:
-Parecía más grande, había en todos los sitios más gente. Por ejemplo, un día como hoy, estaba lloviendo y el paseo de todo el pueblo, niños y mayores, se hacía en los soportales. Estaban siempre llenos de gente, los cafés estaban lleno, ahora no hay nada.
De fuera venía la gente a Cacabelos, más que hoy. Hoy van fuera, hoy tienen un coche y se van a Ponferrada, a donde sea, tienen más medios de comunicación.
Entonces se daba mucha importancia a las fiestas, mucha más. Venia la gente a la Virgen –La Pascua- venían muchos ofrecidos. Hoy no viene nadie. Venían con los trajes que tenían para la mortaja. Las mozas con los vestidos con los que iban a llevar a enterrarse ¿no sabes? Venían ofrecidos. Eso desapareció aquí y en cualquier sitio.
 Varios hermanos Peña fueron peluqueros en alguna época de su vida, como lo fue su padre. Muy pronto  Paco  comenzaba a hacer sus primeras faenas en el establecimiento paterno.
-Yo creo que con diez años ya trabajaba. Me subía a un cajón de madera que era de medir el trigo, un cuartal. Me subía para llegar al cliente y afeitaba. Tenía la barbería donde está ahora La Cueva con la puerta pegada a la de mi madre, la primera que recuerde. Después la tuvimos donde están ahora los jubilados. Yo la puse cerca del Instituto. El local era de un cuñado de los Macurros, los del  café América donde tiene el comercio la chica –Natalia- que antes estaba en la Plaza de Abastos. Me lo traspasó un tal Arroyo de Pieros que estaba casado con una Rucha.
"Arreglando" a Romeo
Yo hacía de todo: corte de pelo, afeitado y hacía a las mujeres el corte garÇon. Estaba en combinación con una peluquera que cortaba a mujeres pero no sabía el garÇon y se lo hacía yo.
Nunca ha dejado de trabajar, no sabe lo que es la jubilación. Continúa en su pequeña oficina arreglando el pelo, como diría él, a los amigos y familiares. Mantiene la agilidad manual y el pulso para manejar las tijeras y deslizar suavemente la navaja barbera.
-Hace tres años vino un matrimonio de Magaz de Arriba, conocidos míos. Arreglé al marido pero a ella no quise, ya dejé de hacerlo a las mujeres y para hacer una trapallada, mejor no hacer nada. No le  gustó, pero no se lo corté. Él era pastor de Magaz. Ya murieron los dos.
Un sobrino me comentaba que llevó a su hijo para que viese como con 99 años trabajaba  su tío Paco. Le preguntó si aún afeitaba:
-¡Cómo no! Es lo que más me gusta hacer. Respuesta contundente del barbero.
Ha sido y es un hombre muy conocido, por sus manos han pasado cabezas de todo el contorno. Incansable trabajador.
-Trabajaba todo el día, lo que más hacía era afeitar, no se afeitaba nadie en casa ¿no sabes? Había días que terminaba a las diez o a las once de la noche. Pero de 9 de la mañana a diez de la noche, diario, diario. Hoy para ganar lo que yo ganaba tendría que tener mucha más gente.
Era continuamente gente; el lunes bajaba algo, pero ya el martes volvía. Afeitando a dos o tres ganaba lo que un corte de pelo. Llegué a ganar treinta mil pesetas algún mes, pero había que trabajar. Cuando muera veréis mis anotaciones en unos cuadernos día a día, semana a semana, mes a mes con lo que ganaba.
Con Maruja y sus hijas
Las últimas frases recuerdan a su mujer, ya fallecida:
-Tuve mucha suerte con Maruja, mi mujer, me ayudó mucho. Cosía, cayó en gracia y era muy apreciada por la gente. No era déspota, era muy cariñosa.
Se podría estar escuchando a Paco horas y horas. Es la memoria viva de los últimos cien años de Cacabelos. Ojalá podamos disfrutar de otros capítulos.
Hoy ha pasado el día rodeado por su familia celebrando este significativo aniversario.
¡Ánimo y a por el primer capicúa de la centena!
(Tengo que dar las gracias a su nieta, Kasandra Ochoa, sin cuya colaboración no hubiese sido  posible hacer esta entrada)
Reunión de los Peña el pasado verano. Paco en el centro ejerciendo de patriarca

Sintoniza esta noche en directo Radio Lulú en La Moncloa de San Lázaro




A partir de las once y media de la noche podrás disfrutar en directo del grupo de música swing Radio Lulú en la Moncloa de San Lázaro.
En 2015 ganó el concurso “Descubre Facyl 2014” organizado por la Junta de Castilla y León y en la actualidad está promocionando su nuevo trabajo titulado “Dabadabadá”.

El Cúa esta mañana


Después de las lluvias de estos últimos días, el Cúa por primera vez en este invierno ha subido a niveles que  tendrían que haber sido normales en los últimos meses del año pasado.

viernes, 8 de enero de 2016

Cacabelos en la prensa

Enlace a Diario de León:

Un Salto definitivo

Kelly, la sonrisa de la zumba, tiene el corazón “partío”



Kelly en la San Silvestre 2015 de Cacabelos


Seguramente cuando estéis leyendo esta entrada, su protagonista estará viajando en avión rumbo a Noruega. La pasada tarde  agotaba las últimas horas en Cacabelos despidiéndose de amigos y familiares o tomando el último café en la terraza de una céntrica cafetería gracias a la agradable temperatura de este primer jueves del año. 

A pesar de su desbordante juventud, Kelly  Herrera Vertel (Medellín-Colombia ,1993) puede presumir haber recorrido ya miles de kilómetros. El primer gran viaje fue a España:
-Sí, fue en 1999, llegamos a España y fuimos a Lérida, pero sólo estuvimos dos meses. Desde allí vinimos a Cacabelos donde comencé con seis años a ir al colegio. Aquí vivía ya una tía mía, la conoces, la madre de Jhonny Zapata (otro alumno colombiano que estudió en el Instituto).
Nadie se atrevería a sostener, conociendo su  carácter alegre y extrovertido, que los primeros meses escolarizada supusieron la peor época de su vida. Aún me lo recordaba con tremenda precisión entre sorbo y sorbo de un café, quizá colombiano también.
-No me relacionaba con nadie. En el colegio, según salía al recreo buscaba a mi hermano –su hermano Jonathan, mayor que ella- y no me despegaba de él, siempre a su lado. A partir de enero, más o menos, comencé a desenvolverme y a quitar la vergüenza para hacer amigas.
Carnaval 2008. Con dos amigas.
Los últimos años del siglo pasado y la primera década de éste fueron testigos de la llegada de inmigrantes a Cacabelos, algo inusual. Tanto en el Colegio como en el Instituto se aplicaron planes específicos para ayudar a una mejor escolarización de sus hijos cuando éstos presentaban necesidades de apoyo. Colombianos, brasileños, marroquíes o búlgaros fueron los más numerosos.
-En el colegio tuve que ir a la logopeda para corregir el problema de la c y la s (ceceo y seseo). También me quedaba a comer y nada me gustaba al principio, lo pasé muy mal.
-¿Qué comidas añorabas de Colombia?
-Los buñuelos, las arepas, el chocolate, el arroz de coco…En casa era diferente, comíamos parecido a Colombia pero la comida del cole era muy extraña para mí. A veces me preguntan por comidas de España y no estoy al cien por cien segura porque en familia seguimos comiendo como allí.
-¿Qué recuerdo más impactante tienes, a pesar de los pocos años que tenías entonces, de tu llegada a Cacabelos?
-Que era muy pequeño, un pueblo muy pequeño. Nosotros veníamos de Medellín que tenía más de dos millones de habitantes. Recuerdo que me gustó mucho el jardín de Villafranca.
-¿Cuándo volviste a Medellín?
-Regresé de vacaciones cuando tenía 12 años, estuve dos meses. Al poco tiempo de bajar del avión noté un choque, veía que aquel era un país diferente al que tenía en mi memoria de niña. Les llamaba mucho la atención mi forma de hablar, a ellos les encantaba.
La integración de Kelly se fue consolidando a la vez que fue perdiendo la timidez defensiva inicial para dejar fluir su verdadero carácter afable y siempre con la sonrisa como bandera. Llegaron acontecimientos importantes en su vida religiosa: la Primera Comunión y la Confirmación. Las actividades deportivas fueron siempre sus favoritas: gimnasia rítmica, baloncesto, atletismo… No es extraño que decantase sus estudios hacia algo relacionado con el deporte.
Le pregunto por sus sentimientos hacia España y Colombia. Y los tiene claros:
-Me siento española, pienso como española, mis amigos son españoles, en la calle soy española pero en casa soy colombiana. Siento también a Colombia.
-En fin, que tienes el corazón “partío”.
-[se ríe]
De lo popular y querida que es en Cacabelos dan fe los éxitos de sus intervenciones en los distintos acontecimientos deportivos que aquí se organizan.
En la Plaza Mayor durante el verano 2015
Después de finalizar los estudios en el Instituto comenzó a colaborar con Óscar Juarros en el gimnasio de la calle Torano Nuovo. Se fue a Madrid para perfeccionar su formación como monitora de walker y zumba (la sangre colombiana por algún lugar tendría que asomar), especialidades que impartió en el Fraitners, también con Óscar, así como monitora de campamento de verano para niños.
Imponiendo su ritmo en el Pabellón Deportivo las pasadas fiestas
Un nuevo destino y una nueva etapa profesional llegaban al finalizar 2014: Stavanger en Noruega y hacer sudar a los noruegos en sus clases de zumba.
-Tengo una hermana allí y me animó a ir, no lo pensé.  A los dos meses de llegar me entrevistaron y me contrataron para dar clases en un nuevo gimnasio.
-¿Y cómo ves tu futuro allí? Seguro que tu forma de ser ha de llamarles la atención.
-Pienso seguir estudiando. Estoy con el inglés y ya me voy defendiendo con el noruego. Empecé a conocer gente y sí que les choca como soy. Ellos son muy reservados, poco expresivos y yo lo contrario, pero les gusta.
Recordamos la multitudinaria sesión de zumba celebrada estas pasadas fiestas en el Pabellón Deportivo. Allí Kelly hizo vibrar a los que estaban en la pista y a los espectadores con el entusiasmo que ponía dirigiendo la clase.
Seguramente estarán encantados de  volver a estar a tus órdenes en las próximas vacaciones. ¡Buen viaje!