Severiano Sánchez , Seve |
Hace muy pocas fechas aparecía
en este cuaderno la primera entrega de una serie dedicada a los cacabelenses
repartidos por el universo, son muchos los que residen en países de los cinco
continentes por diferentes motivos. Pero también Cacabelos recibe hombres y
mujeres procedentes de otras zonas de España o del extranjero que se han pegado a nuestro pueblo como lapas. Se
han encontrado tan a gusto que han fijado definitivamente su residencia entre
nosotros. Seguramente muchos seréis capaces de enumerar a varios de estos
nuevos cacabelenses sin tener su cuna ni vínculos familiares aquí.
Severiano Sánchez, Seve,
es uno de estos. Se puede afirmar, además, que decidió integrarse en Cacabelos
con premeditación y alevosía porque
su decisión no fue fruto del azar, no, fue pensada y meditada.
Ahora este compañero en las tareas educativas se
jubila. La opción más común en casos similares es volver a la tierra natal,
enclaustrarse en un piso de una ciudad o irse a calentar los huesos a la costa
mediterránea, pero Seve tiene muy claro que se queda en Cacabelos. Os cuento:
Hace ya unos años
llegaba a la capital maragata el joven Severiano, natural de la localidad
extremeña de La Zarza, muy próxima al embalse de Alange y a la romana Mérida. En Astorga trabajó
educando a niños y niñas con problemas graves de audición en el colegio
especial para sordos que entonces tenía la ciudad. Poco a poco las tierras
leonesas fueron seduciendo a este profesor, de la misma forma que lo hizo una
leonesa de la capital con la que se casó y tuvo a su hijo Álvaro.
Con su sobrina Marta en una Feria de Mayo |
Posteriormente fue El Bierzo el que consiguió encandilarlo y provocar el
definitivo asentamiento en estas tierras.
Aquí llegó para ejercer su labor
docente en el Colegio de Educación Especial “Bergidum” de Fuentesnuevas, donde ya
conoció a unos niños y niñas de
Cacabelos que acudían a ese acreditado centro educativo. Años más tarde se trasladó
a trabajar al Instituto “Padre Sarmiento” de Villafranca del Bierzo donde
culmina su trayectoria profesional en este mes de octubre y comienza el tiempo de
la jubilación.
Durante aquellos
primeros y ya lejanos años de su llegada a tierras bercianas tuvo su domicilio en Ponferrada y la ocasión de ir conociendo con mayor
profundidad nuestra comarca. Después de explorar por uno y otro lado pronto se convenció que Cacabelos era un
lugar extraordinario para vivir. En nuestro pueblo encontró el lugar agradable
que buscaba para disfrutar diariamente
la naturaleza y la tranquilidad que aún nos podemos permitir
en esta clase de localidades.
Y aquí está y aquí
seguirá en compañía de su mujer, maestra también, cuidando los rosales de su
jardín y especialmente esos olivos que tantos recuerdos le traen de su tierra
natal. Continuará recibiendo emocionado la visita de Marta, su sobrina del alma, y con los brazos
abiertos esperará a sus amigos para ofrecerles
las exquisitas aceitunas de la cosecha
casera aderezadas con sus manos. Y sobre la bicicleta podrá ahora prolongar los paseos recorriendo los hermosos
rincones del Bierzo que tan profundamente han calado en su alma.
Es hora de disfrutar,
colega.