CINCO IGUALES PARA HOY
Por Antonio Esteban González
Mi primo José, hijo de mi tío Primo -juego de palabras, pero
verídico- era ciego, ciego de los de
antes de la ONCE. Todas las mañanas su hija -porque, a pesar de su ceguera,
Pepe había encontrado esposa- lo llevaba
a la Plaza de la Pícara Justina, en León y lo ayudaba a sentarse en una silla
de tijera. Le colocaba los cupones en la chaqueta, sujetos con un imperdible
grande y volví a recogerlo a la una y media para comer. Por las tardes, a
veces, José, no volvía a su trabajo porque había vendido todo y, si regresaba,
con un soniquete monocorde repetía aquello que decían los ciegos: ¡Cinco iguales para hoy…¡ ¡Tengo cinco
iguales para hoy…!
El premio al cupón -años cincuenta- era un premio goloso: ciento veinticinco
pesetas, o sea, unos setenta céntimos de euro, hoy.
Esta verdadera historia quizás aparezca en mis MEMORIAS,
porque hay muchas más cosas que contar de mi primo José, el ciego, pero eso
será, como digo, si es que es, en otro momento y en otras circunstancias.
José no se refería, cuando decía lo de los cinco iguales para
hoy a las cinco mozas que aparecen en la fotografía, ya que aunque las
conociese no podía ver cómo iban vestidas, iguales, con vestidos de franela
blancos y cinturones de charol que era la moda de aquel entonces.
Las chicas se habían vestido de igual manera porque eran
amigas, aunque, después, cada una de ellas se iría por caminos distintos en la
vida.
Aquí las tienen, hoy, en una foto que rescatamos del álbum de
Nice Cela, elegantes, con una elegancia quizás pasada de moda, pero, eso sí,
guapas.
Arriba, Tere
Garnelo, Tesa Romanones y Nice y, abajo, Marisa Palacios y Marujina, la hija de
don Camilo.
Eran cinco
iguales para ayer, para hoy y para mañana. Para siempre.
No hay comentarios :
Publicar un comentario