Antonio Esteban González
LA UNION DEPORTIVA CACABELENSE EN 1950
Recurro al tópico -típico- de estos comentarios : era mil novecientos
cuarenta y muchos o mil novecientos cincuenta y pocos. Domingo.Y los
domingos había fútbol que era el modo -y la manera- en que los
españolitos de la época desfogaban su mala leche intentando llevar un
balón, muy pesado, hasta la portería contraria y meterlo dentro. Y aquel
domingo -el domingo de la foto, que no sabemos qué domingo era- los
mozos de Cacabelos, reforzados con dos mozancones que no eran de
Cacabelos sino de Toral y de Villafranca: Victoriano, más conocido por Tarano, "el de la Charola" y Ricardo Miranda, el hijo de Amando Miranda, el de la sierra de Toral, se iban a ver las caras con un equipo forastero.Aquella tarde Ricardo Miranda -más conocido por "Cabalo"- y Tarano, "el de la Charola" acudieron a la llamada de Félix Garnelo para ayudar a la Unión. En pago, una tapa de pulpo en CASA GATO", un clarete en EL ESPAÑOL o callos en UBALDO, regados con tinto de GUERRA,por lo de las fuerzas, más que nada- porque después, quizás, el autobús -algunos aúin le llamaban omnibus- se parase en las cuestas y había que arrimar el hombro. Y después de ese después, las canciones de siempre, para animarse: "Para ser conductor de primera, de segunda, de tercera; para ser conductopr de primera hace falta ser buen bebedor. Con el vino se engrasan las bielas, ¡ay¡ las bielas. Con el vino se engrasan las bielas y se suben las cuestas mejor". Y otro depués: después de muchos kiolómetros -o a lo mejor no muchos- con el sol, bajo, en el horizonte, los mozos posaban para el recuerdo. De arriba abajo y de izquierda a derecha:Félix Gato, Míchel, "Banfi"-el hijo de un Secretario del Ayuntamiento- que trabajaba en el Banco Mercantil -donde hoy está el NO SE- Horacio, Victoriano, Albertín, Luso Peña y Félix Garnelo. Y, agachados, Eleuterio, "el Pardal", Munúa, -de la familia de los "Mineiros"- , Ricardo Miranda y José, "el Andaluz".
Y al caer la noche, todos a sus casas, o sea, cada mochuelo a su olivo o cada cogujada a su nido, a la espera de otro domingo y de otro encuentro amistoso -o no tan amistoso- para seguir soñando con vestir, un día, la camisa blanquiazul de la Ponferradina o la del Celta que también era azulina.
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