ANTONIO ALONSO
Por Antonio Esteban González
Confieso, sinceramente que, cuando yo era niño,
tenía sueños que no se cumplieron. (Todo el mundo sabe que los niños tienen
sueños y que esos sueños en pocas ocasiones se cumplen).
Antonio Alonso y Luis Lago ante la puerta de Telégrafos |
También quise ser telegrafista como aquellos
telegrafistas con manquitos y gorrilla de cuero que aparecían en las películas
del Oeste que manejaban, sin mirar, un sencillo aparato que avisaba de la
llegada de los indios o del último tren de Gun Hill. O sea, telegrafista como
Antonio Alonso -que se llamaba como yo
y, casi, se apellidaba también como yo-
y que dejó en la villa la sensación de ser una persona buena.
Antonio enseñó el oficio a Santiago Arroyo, a
Martín, a Gonzalo o a Luis Lago con el que aparece en la fotografía, una foto
como todas las fotos, entrañable en la que Antonio aparece con su inseparable
boquilla y la corbata obligatoria para
los empleados de la Administración.
¡Cuántas noticias pasaron por sus manos -buenas y malas- que llegaban
por mediación de los telegramas, sustituidos hoy por los e-mails…¡.
Todo pasa y el tiempo que se ha llevado tantas cosas
buenas, se ha llevado también el despacho de telégrafos, los viejos aparatos y
hasta a Antonio Alonso que ha muerto hace poco tiempo en Asturias, pero nos
queda su recuerdo y esta foto al lado de Luis Lago. Es el mejor homenaje a un
hombre que siempre quiso a Cacabelos.
Fachada oeste del antiguo Ayuntamiento. Se ve el cartel de Telégrafos en el balcón de la derecha |
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