lunes, 4 de noviembre de 2019

Lugares emblemáticos de nuestro pueblo: 1. La Bodega de El Niño por Pepe Couceiro





Interior de la Bodega con Jorge El Niño, a la derecha, comprobando lo que se siente haciendo de cliente/Foto gentileza de Isidro Canóniga


LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES

1.  La Bodega de El Niño

Por Pepe Couceiro

Casi frente a frente, en el mismo centro del pueblo y en pleno camino de Santiago, dos templos se alzan desafiando el paso del tiempo. Uno religioso donde se reza para solventar los conflictos de la vida, se perdonan los pecados y por ello se sale ligero de equipaje y el otro más mundano en el que las faltas, deslices, imperfecciones, etc., se olvidan temporalmente y se sale algo más cargado. Este, para no pocos, venerable lugar, es conocido como la Bodega de El Niño. Probablemente haya sido la energía que desprende junto a multitud de factores que la rodean y a su regente y alma mater, José Antonio Rodríguez Jorge (El Niño), lo que propiciara ser declarada Patrimonio del Bierzo. Un templo, como también define su dueño, en el que, al igual que en el de enfrente, todo el que entra se acaba convirtiendo en un parroquiano más. 

Al fondo con bandera blanca la Bodega de El Niño

Esta bodega centenaria ha logrado sobrevivir a aquellos tiempos en los que el pueblo se llenaba de carros conducidos por vacas que descargaban las uvas en las numerosas bodegas dispersas por el pueblo, generando un sinfín de inconfundibles olores y estampas únicas que, a los que entonces éramos más jóvenes, nos quedaron grabadas en la memoria para siempre. En cada barrio se podía encontrar al menos una de las que vendían el vino que otras elaboraban y que se señalizaban con el tradicional galleiro y su banderita blanca a su entrada, como anunciando un recinto de encuentro, paz y placer.
 
Entrada a la Bodega desde la Calle Santa María
Flanqueada por una hilera de grandes cubas de vino, exposiciones de carteles, recortes de prensa y fotografías de todas las épocas, la bodega de El Niño se distingue por causar un sentimiento gozoso de bienestar a todo el que entra, pero sobre todo cuando sale. Si no es con el primer vino es con el tercero, los parroquianos acaban soltándose y comienzan a conversar compulsivamente para solucionar los problemas personales y del mundo entero. Si a este pintoresco lugar unimos a Jorge, con su particular personalidad y parsimonia ejerciendo de maestro de ceremonias a modo de nuestros ancestrales druidas celtas, sirviendo pequeñas dosis de su propia pócima mágica, nos encontramos con algunas de las claves por las que este sitio es visitado todo el año por todo tipo de personas y de todos los lugares de España.

Placa de reconocimiento como Patrimonio del Bierzo

Después de varios envites con el brebaje procedente del mosto fermentado no es infrecuente encontrarse con algunos parroquianos que, como incansables buscadores de algo que les reconforte tras un duro día o que su tediosa vida les niega, vayan entrando en complejos niveles alterados de consciencia que, en su fase final extrema, acaban perdiendo. Es entonces cuando, en una asombrosa trasformación, los que formaban el corro se abrazan y pasan de ser grupo a ser uno y todos a la vez. Sus iniciales y muchas veces diferentes ideas políticas, deportivas o profesionales desaparecen para dar paso a una sincera amistad, la pena es que el velo del olvido aflore con el amanecer de un nuevo día. 

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