Con el paracaídas en la espalda antes de subir al avión |
MANUEL MONTES
Por Antonio Esteban
Sí, Manuel Montes, o sea, para todos, Manolín o Manolín el de Paradiña, que vive casi al final de la Calle del Ouro, una calle sin salida.
Déjenme que les diga que yo creo que Manolín ha equivocado su profesión, aunque, a decir verdad, ha tenido varias. Fue sastre o aprendiz de sastre y minero o, casi minero en las cercanías de Pedrafita, pero siempre quiso ser actor, que es su vocación desde temprana edad. Ha destacado en las obras de aficionados que se representaron en la villa -léase LA VENGANZA DE DON MENDO, por ejemplo- en mi opinión, por encima de sus compañeros . Decía su papel metiéndose en el personaje que le tocaba representar. Lo vivía que es lo hacen los buenos actores y hubiera llegado a ser un actor importante si hubiera tenido la fortuna de nacer en otro lugar. Ha vivido, también, una vida distinta a la vida de muchos. Sirvió a Dios y a la Patria, como se decía antes, en Valladolid aunque Valladolid no llegó a formar parte de su vida y se apuntó a paracaidismo. Fue paracaidista en Fuerteventura y en África cuando las cosas rodaban malamente para los españolitos y saltó algunas veces desde un avión. Ahí lo tienen en una de las fotos, por si no se lo creen, de aquellos heroicos -llamémosles así- tiempos que le tocó vivir. Insisto, Manuel Montes -Manolín para todos- ha tenido una vida plena y hoy goza de su jubilación como otros muchos. Y eso es bueno, a la espera de una nueva obra de teatro en la que tenga un papel.
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