miércoles, 1 de septiembre de 2021

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CDLXXVIII)


 

NIÑAS

Por Antonio Esteban

Era el año del Señor de mil novecientos cincuenta y dos. 20 de julio. Ellas eran niñas todavía y, al igual que los adultos,  se fotografiaban para recordar el momento con sus calcetines blancos y sus blusitas de organdí. Quizá fuera domingo. O no. No sé  o, tal vez, se fotografiaran  después de alguno de aquellos momentos mágicos  -mágicos para ellas-  a los que llamaban “teatro”. Me explico. Se reunían  varias amigas y alguna decía: “¿Por qué no hacemos un teatro?. Cobramos la entrada a cinco céntimos. Una “perrina”. Y como para la niñez  no hay nada imposible, hacían la función en el portal de la casa de alguna de ellas. Se vestían con las ropas de la abuela. Tocaban las castañuelas o la pandereta y recitaban  alguna de las poesías que habían aprendido en la escuela de la villa. Lo de “Bendita sea tu pureza / y eternamente lo sea / pues todo un Dios se recrea / en tan graciosa belleza…/, por ejemplo. Y para finalizar, a coro, una canción que, aquel día fue Desiderio, Desiderio, siempre triste y siempre serio. Pero en aquella ocasión el espectáculo terminó mal. El sobrino de don Desiderio, el cura, estaba a la expectativa  e interrumpió el acto final  gritando que a su tío no se le insultaba. Ahí terminó la función. Posiblemente estas niñas   -modositas-   sean las artistas  de aquella tarde.  De izquierda a derecha y, de arriba abajo: Dalita, la sobrina de Dalia  la Corina, Pili, la de “La Ruta”, Chuchas, la de Perejón y, abajo, Gelines, la de Quindós, Lupe y Marieli, hermana de Dalita. Sesenta y ocho años atrás. Ayer, como quien dice.

 

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