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Paseando delante de la fachada de la catedral compostelana
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Raimundo González Domínguez, Rai para los amigos, ya está en Santiago de Compostela. Llegó a la Plaza del Obradoiro hace unas horas entrando en la capital gallega cuando caía una ligera lluvia: “Santiago de Compostela, donde la lluvia es arte”, decía el reclamo publicitario años atrás.
Hace pocos días daba los primeros pasos por tierras gallegas después de dejar Castilla y León tras su paso por Sanabria. Lo hacía acompañado de un nuevo amigo del Camino, Luis, un portorriqueño con quien compartirá largas y montañosas etapas: “largas y pendientes etapas por senderos muy bonitos cuajados de arroyos y pequeñas poblaciones”, anota en su diaria Raimundo. También cuajará durante estas últimas jornadas una buena amistad con la eslovena Isabela, y con Fina, otra peregrina de última hora. El Camino te da amistad.
El descanso en Orense se prolongó para corretear por sus calles, visitar con detenimiento su catedral y sumergirse en las cálidas aguas de las burgas. Se aproximaba a Santiago y meditaba: “últimos días del Camino; se dice pronto, 1350 km andados y las sensaciones son confusas”.
Por fin entra en la Plaza del Obradoiro con esas sensaciones que invaden a todo peregrino al llegar ante la tumba del Apóstol: alegría por llegar, tristeza por la despedida de los amigos del Camino y “esa confusión” de la que hablaba Raimunto.
Nuestro peregrino cacabelense pronto nos dará una sorpresa y lo veremos metido en nuevas rutas. El Camino tradicional, el del Norte, el de invierno y, este último, el Mozárabe ya están en el bordón. El siguiente es…
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Raimundo y su amigo Luis, peregrino portorriqueño
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Los mojones recuerdan que caminas por Galicia
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Un humilde cruceiro en el Camino
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Isabela, la eslovena que acompañó a Rai en varias etapas
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Raimundo cumpliendo el rito de tomar una tapa de pulpo "a feira".
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De charla con un pintor de murales en una calle de Lalín
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