Sildo, Carín y Pepe |
FUMANDO (NO) ESPERO
Por Antonio Esteban
Yo fui fumador empedernido, pero lo dejé, rotundamente un día, ocho años atrás. Conservo el último paquete de cigarrillos y el mechero. Pero, ahora, me gustaría que leyesen esta verídica historia. Lo juro. Verídica. Verán: de mocete, de cuando en vez, fumaba un “Chesterfield”. Un “Chester”, una peseta en el BAR PEÓN y, en las bodas, “Bisonte”, rubio sin filtro. Diez pesetas paquete. Yo fumaba para impresionar a la novieta de turno y con el cigarrillo en la mano izquierda. Los chicos teníamos que sostener el cigarrillo con la mano izquierda y las chicas con la derecha. Eso decía el protocolo no escrito. Pero mi relación con el tabaco había empezado antes. Papá iba a Madrid y me encargó tres paquetes de “Peninsulares” -negro sin filtro-. Los compré. Abrí uno de ellos. Saqué tres cigarrillos y cerré el paquete. Era un miércoles. Fui al cine a ver LAS NIEVES DEL KILIMANJARO. Durante el descanso salí a la pista, anexa al cine, y encendí un “Peninsular”. Aspiré el humo y…bueno…vomité. No pude ver a Gregory Peck ni a Susan Hayward, la pelirroja de la que estábamos enamorados los mocitos de mi edad. El resto, es historia. Volví a fumar muchos años después y muchos años después de ese después, le dije adiós al tabaco.
Ya digo, el resto es historia como es historia esta foto en la que vemos a Sildo, hermano de Nievitas, casado con Pili, a Carin, el electricista y a Pepe, hijo de Pitanso fumando con elegancia, con la mano izquierda y esperando, sin olvidar lo de “Anda, chiquillo, tira el cigarrillo, vete a tu casa…”., pero no lo hacían. No lo hacíamos. Claro que esa, también, es otra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario