sábado, 11 de julio de 2020

Confidencias del P. Luis Lago a sus quintos y demás cacabelenses


P.Luis Lago



CONFIDENCIAS, A MODO DE TESTAMENTO, SOBRE LA VIDA, EL AMOR, LA MUERTE, DIOS Y … OTRAS COSAS

    Migajas teológicas.    Fray Luis Lago Alba de Pieros

La “confidencia” es el acto más característico de la amistad, decía el ilustre sabio P. Laín Entralgo . Así, pues, amigo lector, toma estas confidencias mías sobre la vida, el amor, la muerte, Dios y… otros temas como expresión de mi amistad.
Propongo mis confidencias “a modo de Testamento. No a modo de “Decálogo para sesentones” como hice otra vez, hace unos veinte años. Así titulé mis reflexiones, entonces, con motivo de la celebración de la primera fiesta de los quintos nacidos entre los años 1942- 45 en el municipio de Cacabelos, publicadas entonces en el, lamentablemente ya desaparecido, semanario BIERZO-7.  Los quintos rondábamos entonces la edad de la jubilación; por eso el primer imperativo del decálogo decía: “Vivid con júbilo el tiempo de vuestra jubilación”.

Último encuentro de los quintos en 2019
 Varios de los participantes de entonces ya han acudido a la cita de donde no se vuelve nunca y, pasados otros veinte años, la fiesta habrá terminado. Por otra parte, la inoportuna pandemia, impide este año la convocatoria que todos los años tenía lugar en agosto.
No tengo autoridad para proponer un Decálogo, sólo la amistad suficiente para ofrecer estas confidencias; “a modo de testamento” o sea con la voluntad de ofrecer al lector mis experiencias y reflexiones sobre varios de los temas fundamentales de nuestra existencia.
Los diez temas:
1.-  VIVIR: Acoger la vida con gratitud, compartirla con bondad y alegría, entregarla con generosidad.
2.- AMAR: Yo te acojo a ti, yo me entrego a ti, yo te prometo.
3.- CON-VIVIR: EL HOGAR , cuna y primera escuela del amor y de la vida.
4.- CON-VIVIR: EL MUNDO, la casa de la fraternidad universal: amor, solidaridad, justicia.
5.- FELICIDAD, FECUNDIDAD, FIDELIDAD: Nunca las separes, pues la realidad termina juntándolas, (casi) siempre.
6.- LAS HERIDAS Y SU BÁLSAMO. Sea tú bálsamo el agradecimiento y el perdón, jamás el resentimiento.
7. SER Y TIEMPO: Cultiva tus recuerdos y vive de la esperanza, y de la paciencia.                                 Quien espera vive más intensamente.
8.- VIVIR, MORIR, RENACER. Recuerda que vas a morir, vive intensamente
9.- DIOS CON NOSOTROS. Reserva cada día un momento para Dios: creer, esperar, amar.
10. CELEBRAR. ¡Es Domingo¡. De su hoguera brilla toda la semana”.



1.- VIVIR: Acoger la vida con gratitud compartirla con bondad y alegría, entregarla con generosidad. 
    Quien acoge la vida propia y la ajena con gratitud, es impulsado a compartirla con bondad hay alegría, a entregarla con generosidad y confianza, así emprende su vida como camino hacia la plenitud, la felicidad.
   Primero necesitamos sentirnos acogidos, nacer es ser acogidos; después nos acogemos y aceptamos a nosotros mismos y así estamos capacitados para acoger, con gozo a los demás, su vida, y su persona.
    Compartir la vida con bondad consiste en dar lo mejor de nosotros mismo, todo lo que somos y tenemos, y consiste también en recibir y reconocer agradecidos todo lo que nos regalan los otros: compañía, ayuda, apoyo, comprensión, amistad. Sólo podemos descubrir y realizar la verdad y el sentido de nuestra existencia cuando somos reconocidos por los otros, reconocidos y comprendidos, admirados y compadecidos, disculpados y perdonados.
No hay convivencia gozosa y fecunda sin la bondad de los corazones: no hay alegría sin bondad ni bondad sin alegría. La bondad es la semilla y la raíz de la alegría, la alegría es signo y fruto el fruto de la bondad del corazón.
 Entregamos nuestra vida cada día a los demás y a Dios, viviendo atentos, diligentes y disponibles con la confianza de que nuestra entrega sea aceptada.
 “Quien entrega su vida la salva; quien la retiene la pierde”, dice el evangelio.

 “Saberse aceptados”, como condición para acoger y aceptar la vida y la persona propia y del prójimo; al pensar sobre este tema siempre vienen a mi memoria unas palabras impresionantes del gran teólogo protestante Paul Tillich (1886- 1965) , que no me resisto a recordar aquí para el lector.”…  cuando la angustia destruye toda alegría y entereza. A veces en ese momento, una ola de luz irrumpe en nuestra oscuridad y es como si dijera: “Eres aceptado. Eres aceptado por lo que es mayor que tú y cuyo nombre ignoras. No preguntes su nombre ahora; quizá lo descubrirás más adelante…No busques nada, no realices nada, no inicies nada. ¡Simplemente acepta el hecho de que eres aceptado¡ Si esto ocurre, es que hacemos la experiencia de la gracia”.

2.- AMAR: Yo te acojo a ti, yo me entrego a ti, yo te prometo

           Yo te acojo con gozo tal como eres, yo me entrego a ti para que llegues a ser lo que estás llamado a ser, yo prometo estar contigo siempre en el camino de la vida: juntos subiremos al monte del gozo, juntos descenderemos a cultivar la tierra y promover la vida, juntos estaremos en el abismo del dolor cuando llegue y en el momento de la despedida última te diré, nos diremos: “Tu no morirás” porque amar a alguien es decirle: “ Tú no morirás (G.Marcel).


    El amor es don, promesa y mandato. Nos promete todo y nos exige darlo todo; nos impulsa a dar la vida por la persona amada, a vivir y desvivirse para crear un mundo donde nosotros y todos los seres humanos podamos hacer la experiencia de que nuestra vida merece ser vivida Amando descubrimos el mandato primordial de perfeccionar la obra de la creación y llenar la vida de vida y de dicha. “El trabajo es amor hecho presencia” (K. Gibrán)
     Existimos y amamos porque hemos sido amados primero. Amando alcanzamos perfección de nuestra vida y esperamos la victoria definitiva del amor. Sentimiento sublime que conmueve el fondo de nuestro ser y voluntad entusiasta de transformar el mundo en un paraíso digno del hombre, el amor es también un misterio que necesitamos creer y celebrar.
3.-CON-VIVIR: LA FAMILIA, el hogar cuna y primera escuela del amor y de la vida.
    En la familia aprendemos a vivir con los otros dando lo que somos y tenemos; a vivir por los otros, somos lo que somos gracias a ellos; a vivir para los otros, colaborando con ellos para que lleguen a ser lo que están llamados a ser.
    En el hogar comienza la vida y se aprende a amar y a vivir, pues él se viven las formas fundamentales del amor.
Amor conyugal: Dos personas extrañas, varón y mujer, se encuentran y se descubren llamados a compartir la vida, a unirse tan íntimamente que los dos se hacen una sola carne y así acontece el milagro: aparece una nueva vida, una tercera persona es procreada, no producida.
Amor de los padres: Amor entrañable, incondicional de la madre que dice al hijo: hagas lo que hagas, seas como seas, yo te seguiré queriendo; amor exigente del padre que declara: te quiero pero debes atenerte a las consecuencias de tus actos (E. FROMM).
La fraternidad: el inicial amor narcisista e interesado de los hermanos se transforma en amistad fraterna, amor recíproco y dadivoso, vivido como comunión afectiva y solidaria.
Amor de los abuelos que disfrutan de una nueva etapa de su vida acompañando y cuidando a sus nietos; amor de los nietos que escuchan gozosos las fantasías y relatos de sus abuelos y tratan de realizar las ilusiones y sueños que ellos les transmiten.
    Recitando en familia el “Padre nuestro” descubrimos y somos iniciados existencialmente en el misterio del amor y de la vida: Dios, que es amor y es Padre y Madre, nos amó, nos ama, primero y nos comunica la vida de hijos, creando en nosotros la necesidad y la capacidad de amar como somos amados.
   Colaborando la familia, la iglesia, la escuela y la calle, el niño va siendo introducido en la gran familia de la humanidad: va formándose su personalidad, desarrolla sus facultades y descubre los auténticos valores:” Educar a una apersona es entusiasmarla por los valores” ( E. Rojas). 
4.- CON-VIVIR: EL MUNDO, la casa de la fraternidad universal: amor, solidaridad, justicia.
  El amor humano y la caridad cristiana descubren y desarrollan una dimensión social y política. Es la voluntad de construir un mundo más justo y solidario, la voluntad de transformar la sociedad, sus leyes e instituciones, de manera que todo ciudadano vea respetados sus derechos fundamentales, le sean ofrecidos los medios y condiciones para su desarrollo integral y pueda hacer la experiencia de que la vida, su vida merece ser vivida.
  Nace así la fraternidad universal inseparable de la libertad y la igualdad, fuerzas motoras de la la justicia y la paz. “La solidaridad es el nuevo nombre de la paz” (Juan Pablo II).
En el corazón del mundo la comunidad de Jesús de Nazaret proclama que un mundo nuevo y mejor es posible. Anuncia y promueve en el corazón del mundo con palabras y obras la llegada del Reinado de Dios, que será este mundo transformado por el amor, la solidaridad y la justicia.



5.- FELICIDAD, FECUNDIDAD, FIDELIDAD. Nunca las separes, pues la realidad termina juntándolas (casi) siempre.
     Toda la sabiduría de la vida puede resumirse en la mínima filosofía de las tres “efes”.          La La felicidad es nuestro anhelo primordial, más que un deseo es una promesa presente en nuestras experiencias y deseos cotidianos. La fecundidad verdadera es parte fundamental de nuestra felicidad cuando existe y anticipo y promesa de su plenitud futura. La fidelidad a nuestra vocación, a lo valores en que creemos y a las personas que amamos, es la semilla, nunca estéril, sembrada por nosotros, que un día florecerá como fecundidad y cuyo fruto es la felicidad.

6.- LAS HERIDAS Y SU BÁLSAMO. Sea tu bálsamo el agradecimiento y el perdón, jamás el resentimiento

También existe la infelicidad, el fracaso, la decepción y la culpa, el mal que hacemos y el que nos hacen, el rencor y el odio. Y “Cada uno esconde en su mundo íntimo su mejor instante y su hora más terrible” (E.Evtuchenko). Podemos acoger y compartir nuestra existencia “gracias a ”la vida” que nos ha dado tanto y  a pesar de”, a pesar de”…. de que la realidad se muestra tantas veces oscura, dura y contradictoria, destruyendo nuestras más ilusiones y oponiéndose a la realización no sólo de nuestros bellos sueños sino incluso de nuestras esperanzas razonables.
   El resentimiento, el rencor, envenena el corazón y mata la vida; no puede, pues, aliviar el dolor ni curar nuestras heridas. Sólo el perdón, el perdón, ofrecido y el dolor implorado y recibido, nos reconcilia, sana el corazón y renueva la vida El perdón auténtico va siempre acompañado del buen propósito y el mandato correspondiente: no hagas daño, no hagas más pesada la carga de la vida de tu prójimo.
En la oración cristiana por excelencia después de pedir nuestro pan de cada día para poder vivir, inmediatamente pedimos y ofrecemos el perdón para poder convivir en paz y alegría, como hermanos, como hijos del mismo Padre que nos da la vida.

7.- SER Y TIEMPO: Cultiva tus recuerdos y vive de la esperanza, y de la paciencia. Quien    espera vive más intensamente.

 Re-“cor“-dar es como dar siempre de nuevo nuestro corazón a las personas que queremos, acogiéndolas y recogiéndolas tiernamente en él y es revivir en este instante los momentos de la vida que  merecieron ser vividos y que alcanzan así una nueva actualidad y  logran su plenitud.

   La esperanza, como pasión por un futuro mejor, transforma y enriquece la vida, la eleva. Se dice de la esperanza que es la pasión y la virtud de los jóvenes, pues el joven tiene todo el futuro por delante y mucha energía interior para transformar la realidad mientras que el anciano estaría condenado a vivir de los recuerdos.

  Pero tanto el joven como el anciano enriquecen su vida con los recuerdos y la esperanza. Y la esperanza entusiasta, impaciente e idealista del joven, si es auténtica está destinada a transformarse en el anciano en esperanza a paciente, magnánima y perseverante.
    Recordar y esperar son las formas complementarias de vivir nuestra temporalidad, de vivir el tiempo, constitutivo de nuestro ser:
 “Somos el tiempo que hemos vivido”, piensa el anciano, cargado de años y proclive a vivir sumergido en el recuerdo de sus buenos momentos pasados.
“Somos el tiempo que nos queda” proclama el joven rebosante de energías y esperanza, y repite: la mayor generosidad con el presente y el pasado es entregarse con entusiasmo al futuro.
“Somos el tiempo del momento presente”: el pasado se desvaneció, el futuro no llegó todavía: la mayor generosidad con el pasado y el futuro es darse sin reservas al momento presente, sentencia el sabio.

8.- VIVIR Y MORIR, RENACER.  Recuerda que vas a morir, vive intensamente.


“Nuestras vidas son los ríos que van a dar en el mar que es el morir” (Jorge Manrique). La muerte siempre está cerca, a un solo paso; puedes morir hoy, en este instante quizá. Por eso: vive este día con ilusión y entusiasmo como si fuera el primero de tu vida; con seriedad y responsabilidad porque puede ser el último; con toda intensidad como si fuera el único.
   Dormir y despertar son como símbolos que nos posibilitan una especie de experiencia, simbólica, del nacer, morir, renacer y resucitar.
   Has despertado esta mañana y fue como nacer: se han abierto tus ojos y apareció de nuevo el mundo con todo su esplendor. Esta noche te dormirás y tu sueño será como una pequeña muerte: se cierran los ojos y desaparece la luz y el mundo que contemplaste por primera vez en el momento de nacer; será como   pre-morir. Pero mañana tus ojos, abiertos de nuevo, contemplarán otra vez la luz de este mundo: será como un re-nacer. Y llegará tu última noche y te introducirás en su oscuro seno, pero con la esperanza de un nuevo y definitivo despertar: será la resurrección, renacer a una vida nueva, transformada.

  La enfermedad grave y el envejecimiento avanzado, pueden vivirse como experiencias anticipadas del final, son como un pre-morir. También, o sobre todo, la despedida última de los seres queridos nos ofrece una especie de experiencia, simbólica, de la muerte y de la resurrección. Cuando muere un ser querido, desaparece de nuestros ojos su figura, termina su apariencia, su presencia visual; y, a la vez, su presencia interior, que siempre nos habitaba por el amor, se renueva radicalmente, se hace infinitamente más intensa, más profundamente interior y nosotros comenzamos a habitar de forma nueva en el mundo del absoluto misterio a donde pasan a morar definitivamente las personas amadas al morir. Redescubrimos así nuestra condición de peregrinos por una tierra que no nos pertenece, a la que no pertenecemos, caminantes hacia un mundo nuevo y mejor.
“La vida no termina, se transforma”: de manera definitiva la vida de los que abandonan esta tierra; de manera incipiente la vida de quienes permanecemos unidos a ellos por el amor.

9.- DIOS CON NOSOTROS. Reserva cada día un instante para Dios: creer, esperar, amar.

     Dios es el fondo, la cumbre y el horizonte último de nuestras aspiraciones infinitas y de nuestras relaciones más profundas. El hombre es un ser de relaciones, creado para el encuentro: se realiza plenamente en la apertura y encuentro con otro tú personal cultivando las actitudes de acogida y entrega mutuas. Dios es el Tú personal absoluto en cuya acogida y entrega mutua el ser humano alcanza la plenitud de ser.
“Superior summo meo, intimior intimo meo” escribió san Agustín: totalmente por encima de lo más elevado que hay en mí; más interior e íntimo que lo más íntimo mío. Dios, creador, absolutamente trascendente y lejano, se hace presente como padre en todos nuestros instantes invitándonos a gozar de su presencia amistosa e íntima. Eso es la verdadera religión: “ligar”, religarse amistosamente con El, experimentándonos religados a quien es el fundamento y el impulso y horizonte de todas nuestra aspiraciones y relaciones, porque cada relación con un tú humano evoca el Tú eterno y desemboca en El. Por eso la verdadera religión hace que aflore lo mejor que se esconde en el corazón humano. 
    A quien escucha su voz interior, Dios le dice: Yo soy tu Dios. No temas, confía, eres aceptado: yo soy tu pastor, tu aliado, tu Padre y amigo. Yo te acojo como hijo bien amado en mi Hijo unigénito, e incluso si te comportaras como un hijo pródigo, confía, mi misericordia es infinitamente superior a toda prodigalidad. Yo me entrego a ti: te entrego a mi Hijo para que puedas ser hijo en el Hijo. Y te entrego a mi Espíritu, para que derrame mi amor en tu corazón, transforme tu ser, y puedas clamar: ”Abbá”, Padre y amar como eres amado y entrando así en la comunión de vida  del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.  Yo te prometo acoger tu entrega de cada día y tu última entrega y así podrás contemplarme cara a cara y ver lo que el ojo humano nunca vio: la gloria de Dios y tu propia gloria.
   Por la fe reconoce y acoge el hombre a Dios como Padre en Jesucristo y acepta las promesas y exigencias de su amor. La caridad es comunión afectiva de amigos entre Dios y el hombre: el creyente comienza a amar como Dios ama y se convierte en testigo e instrumento por medio del cual el amor de Dios se hace presente, manifiesto y activo en el mundo. Por la esperanza tiende confiadamente el creyente hacia la plenitud de la fe en el encuentro cara a cara con Dios, hacia la plenitud de la caridad en la comunión definitiva con Dios.
El “Padrenuestro” es la joya de la corona del Evangelio. Es la mejor forma de conversar con El en la oración y de hablar sobre El. , es la mejor síntesis de lo que creemos y  esperamos. Dios: Padre nuestro, de Jesucristo y de todos nosotros, sus criaturas, es la verdad central de nuestra fe, el motivo y contenido de nuestra esperanza, la voluntad de Dios, su voluntad es la inspiración y norma de nuestra conducta. Dios, el sumo hacedor y creador del universo es nuestro Padre con entrañas de madre, Jesús, el compasivo profeta de Nazaret es el Unigénito de Dios, nosotros pobres criaturas somos Hijos en el Hijo de manera que el Espíritu de Dios en nosotros la invocación de Dios, como “Abba”. Dios está en el cielo y es nuestro cielo.

10.- CELEBRAR. ¡ Es Domingo ¡: “ De su hoguera brilla toda la  semana”.

El domingo, el hombre CELEBRA: ¿” Qué haces poeta? Celebro”, dice R. Mª Rilke. Todo hombre es poeta, vive poéticamente cuando maravillado por la belleza del mundo, extasiado por el milagro de la bondad y del amor alaba, agradece y bendice. Homo faber, el hombre trabaja durante la semana, el domingo como homo ludens juega y se divierte, pero el ser humano es también el hombre festivo que CELEBRA.
Celebramos siempre “el milagro de vivir”,” el encantamiento de existir” (Gabriela Mistral). Imitando a Dios que, el sexto descansa y contempla su creación y ve que todo era muy bueno y bello, el hombre también descansa y contempla gozoso la belleza y la bondad del mundo.
   Pero para el cristiano el domingo es, ante todo, el primer día de la semana porque el domingo celebramos el primer día de la nueva creación inaugurada con la resurrección de Jesucristo.

  En la liturgia dominical, la asamblea cristiana alaba, bendice y agradece a Dios por todo lo que hizo en la larga historia de salvación que culmina en la resurrección de Jesucristo. Elemento esencial de la celebración es la comunión: escuchando la palabra y compartiendo el pan y vino eucarísticos entramos en una especial comunión de vida con Dios y con los hombres: con los miembros de la pequeña comunidad local que celebra, con la familia de la Iglesia universal, con toda la humanidad que es la familia de Dios, también con los hermanos que pasaron por la muerte hacia la casa del Padre que celebran ahora la liturgia celeste. Nuestra liturgia eucarística es sombra y símbolo, anticipación y participación misteriosa, de la liturgia celeste.
    La comunión en la Iglesia conduce a la misión en el mundo. La comunión de los corazones, la solidaria, fraterna, comunicación de bienes, es lo que constituye la primitiva comunidad cristiana donde “todos tienen una sola alma y un solo corazón”, comparten la mesa y la vida de manera que “no hay necesitados entre ellos”, y así la pequeña comunidad que celebra se convierte en germen, símbolo y anticipación  de la nueva humanidad reconciliada, transformada, solidaria, fraterna. La misa celebrada en la Iglesia se prolonga en la misión en el mundo ( Hch. 2,42-44ss; 4,32-36).  

  Luis Lago Alba

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