EUGENIO
Yo no sé si la muerte de
don Miguelín Lanuza, el personaje central de mi último libro, era inevitable o
no era inevitable. Creo, sinceramente que era inevitable. Decir lo contrario
sería contradecirme a mí mismo y engañar a mis lectores.
Este largo preámbulo
viene a colación de la fotografía que abre, esta semana, el espacio IMNAGENES Y RECUERDOS DE CACABELOS y
que pertenece a Eugenio Carballo a quien invité -como a otros muchos
cacabelenses- cuando presenté mi libro
en la capital de España. Eugenio no pudo asistir, pero me lo hizo saber con
antelación y, por eso, tengo con él una pequeña deuda, que solvento hoy.
Es esta, una fotografía
de estudio porque todos los artistas -Eugenio lo es- suelen fotografiarse en un estudio para
regalar a sus admiradores y Eugenio, aunque diga lo contrario, es un artista y
tiene admiradores. Tañer un instrumento de cuerda no está al alcance de todos y
tañerlo como lo tañe Eugenio, menos.
Aquí lo vemos,
elegantemente vestido: camisa blanca, corbata a juego y pañuelo en el bolsillo
superior de su americana y mostrando, como es preceptivo, en su muñeca
izquierda, un reloj.
Ojalá en alguna ocasión,
de nuevo, lo veamos en El Bierzo deleitándonos con su música. Será bien
recibido.
Sirvan estas líneas como
agradecimiento a un hombre que ha sabido mantener vivo el nombre de nuestra
villa, allende -¡que hermosa palabra es allende…¡- las frontera del El Bierzo.
Eugenio, vuelve pronto.
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