lunes, 21 de enero de 2019

"La rueda Catalina" por Arsenio López Faba


 
Torre del reloj del anterior Ayuntamiento

La rueda Catalina

Por Arsenio López Faba, cacabelense Premio Extraordinario Doctorado en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense, profesor adjunto a cátedra y Profesor y Secretario General del Centro Superior de Estudios Financieros de la Asociación Española de Banca. Fue pregonero de la Pascua 2015.
 
Santuario de las Angustias en cuya fachada se encuentra el reloj de sol
Cacabelos tiene el privilegio de estar en el Camino de Santiago y de tener un hermoso santuario dedicado a Nuestra Señora de las Angustias.

El edificio es grandes proporciones, con planta de cruz latina de una sola nave y con una esbelta cúpula de media naranja en el crucero. Su estilo es barroco, con una fachada sobria adornada de dos series superpuestas de columnas adosadas y con un frontón semicircular, y una espadaña con numerosos pináculos por adorno, con un esbelto reloj de sol que permitía a los peregrinos establecer la hora mediante la medición de la posición del sol.
Reloj de sol en la fachada del santuario cacabelense
Consiste en un elemento vertical cuya sombra es mínima cuando el sol alcanza el cenit.

El primer cronómetro diario fue probablemente el reloj de sol del año -1450 encontrado en Egipto, considerado la cuna de la sabiduría, el cual llevaba incorporadas varias escalas que permitían utilizarlos en los distintos períodos del año. También en Egipto, y hacia la misma época, han conocido los relojes de arena y de agua o clepsidras; si bien tales instrumentos no permitían conocer la hora, servían para contabilizar intervalos más o menos largos de tiempo. En el reloj de sol se señala las horas mediante la sombra de un estilo que incide sobre un cuadrante en el que están marcadas las horas por unas líneas llamadas horarias. El estilo siempre tiene la dirección paralela al eje de rotación terrestre; en cambio, el cuadrante puede adoptar distintas posiciones, y en cada caso son también diferentes las dos de las líneas horarias.

La observación de los ciclos de la naturaleza y del movimiento de los astros permitió a los egipcios establecer un calendario anual y dividir los 365 días en hora. El principio del año coincidía con la crecida de las aguas del Nilo y la salida helíaca de la estrella Sathis (Sirio, el 19 de julio). Los astrónomos dividieron el año en 12 meses de 30 días, añadieron cinco días para completarlo, y reunieron los días en décadas y los meses en tres series de cuatro, formado las estaciones correspondientes a las tres fases principales del cielo agrícola egipcio: inundación, siembre y retirada de las aguas, y cosecha. Los días estaban fraccionados en 12 horas nocturnas y 12 diurnas: el conocimiento de esta división del tiempo era necesario para el desarrollo puntual del culto. Para determinar las horas del día disponían de relojes de sol y clepsidras. Para lo noche los astrónomos recurrían a loa clepsidras y a la observación de las estrellas, confrontando sus distintas posiciones en tablas que redactaban ellas mismos. Los mapas del cielo y los tratados de astronomía encontrados en lugares sagrados (templos o tumbas), documentan su conocimiento en los planetas (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno) y las estrellas que reunieron en constelaciones diferentes de las nuestras.

La inmortalidad divina de que gozaba el soberano estaba ligada el rítmico e inagotable surgir del dios-sol, Ra. Sin embargo, junto a esta visión del más allá positiva, idealista y tranquilizadora, surgieron corrientes de pensamientos pesimistas, con viva exhortación a gozar de la vida terrenal. El canto del arpista expresaba:”…pasa un día feliz y no te canses de hacerlo. Naira, no hay nadie que lleve consigo sus propios bienes; mira, no regresa quien se ha ido”.

Los relojes mecánicos aparecieron por primera vez en el siglo XIII, que entonces eran impulsados por pesas que caían. El descubrimiento de Galileo de la oscilación isocrona del péndulo abrió en 1581 una era de mucha mayor precisión en el cronometraje.

La esfera y algunas piezas de este reloj están expuestas en el Museo


Es una vieja costumbre que después de las doce campanadas del reloj del Ayuntamiento de nuestra admirada Villa de Cacabelos comiencen las fiestas de Pascua con sus pasacalles. Pero aquel año de 1950 tocó dieciséis veces. Le preguntamos al encargado si se había estropeado el reloj, a lo que contestó:

-No puede estropearse porque su maquinaria es suiza. Lo que ha pasado es que engrasé “la rueda catalina” y ha hado dieciséis veces la una.

Desde entonces, de día y de noche, cuando recurría esta situación, ya sabíamos la causa: el engrase de “la rueda catalina”.

En la actualidad el reloj más exacto del mundo es el alimentado por energía atómica -descubierto cuatro años después-, solo falla una fracción de segundo al año; su exactitud es una milmillonésima de segundo, presentado precisiones de 10¯12 segundos, y se basa en la frecuencia de inversión de átomos o moléculas excitadas. 

Después de diez siglos de funcionamiento, los relojes de este tipo adelantarán o atrasarán menos de un segundo; algo que sin duda maravillaría al genial vigilante de la “rueda catalina” y su mágica precisión en el reloj más valorado de nuestra Plaza.

1 comentario:

  1. CARLOS, A PARTE DE GRAN TIPO, CUANTA CULTURA TRASMITES EN TUS COMENTARIOS. VIDAL
    eN QUE FECHA SE DERRIBO EL AYUNTAMIENTO? QUÉ PENA DE TORRE¡¡¡

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