Era la Pascua, farola sujeta las banderitas tradcionales que se ponían entonces |
NO SON
MADRE E HIJO
Por Antonio Esteban González
Si el niño mofletudo y, un sí es
no es, enfadado que vemos en la foto de esta semana, hubiera nacido en un país
anglófono -que hable inglés- se llamaría Robert o Bob o Bobby y si la
señora elegante en su sencillez con el vestido por debajo de las rodillas,
cuello camisero, hubiera nacido en la Commowealt, posiblemente la hubiera
cristianado con el nombre de Mathilda, pero como no ha ocurrido nada de eso y
los dos son españolitos, él es Roberto
-Roberto Carballo y ella Matilde -Tilde-
la “Catiklla .
Tilde, por la época en la que Quico, el
“Curioso” e Isidro González Canóniga eran los fotógrafos oficiales de la villa,
se puso guapa para salir en la foto. Ella, Matilde, trabajaba en LA CARRETONA
que así se llamaba el establecimiento de los Carballo y trataba de vender
zapatos, zapatillas, sandalias, botas o alpargatas a todo aquel -o
aquella- como se dice ahora, que se
acercaba al establecimiento, bajo los soportales, de la Plaza Mayor y no era, a
decir de quienes la conocieron una vendedora cualquiera. No. Tilde dominaba el
arte de la venta -cosa difícil- y
ofrecía el artículo con muchas posibilidades de que se lo comprasen.
LA CARRETONA perdió mucho cuando
Tilde dejó de ser su dependienta y la vida la llevó a otros lugares. Por eso
ella recuerda aquellos días con nostalgia.
Al fondo, como no podía ser por
menos, vemos los soportales, como hoy, y
quizá como siempre, porque el día que este puebla pierda los soportales habrá
perdido parte de su identidad.
Ojalá que no ocurra nunca.
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