HACE SESENTA Y CINCO AÑOS Y UNA
SEMANA
Por Antonio Esteban González
El día 24 de Julio de 1953-
se unían con el indisoluble lazo del matrimonio como mandaba Dios y la
Santa Madre Iglesia, por palabras de presente y con las amonestaciones de
ritual, Marino Varela, hermano de Conchita, la “Feliciana” que, según me informan -valga la redundancia- mis habituales informantes que, en este caso
son “informantas” según las reglas gramaticales
puestas de moda por algún listillo
con Ofelita Morete.
(Por estos días, también,
-me veo obligado a decirlo- -
este escribidor comenzaba su
andadura literaria en el Colegio donde estudiaba haciendo redacciones,
estrenaba, para ir a merendar a Villadepalos con su familia, en el Campo del
Virto, los primeros pantalones “bombacho” confeccionados por Silvino Yebra,
bajo las estrictas órdenes de mi madre que quería que sus hijos vistiesen a la
moda).
Pero, aquel 24 de Julio, fecha de la boda de Marino y
Ofelita, se dejaban fotografiar a las puertas del Santuario, cuatro amigos:
Félix, el panadero, hijo de Saturno que matrimoniaría con Pilar
y que miraba, embobado, a Manolita Sernández, una de las mozas más guapas de
Cacabelos, la propia Manolita que se
dejaba admirar mientras movía airosa el abanico y a su lado, Carmiña, hija de
Saturno que, años después casaría con un hijo de Reinaldo el molinero y, a su
lado, acaparándola -o intentando acapararla- Manolo, hermano de Manolita.
Una foto que puede presumir
-aunque las fotos no presuman, pero, sí, sus dueños- de tener sesenta y cinco años a sus espaldas.
Es una foto, como todas las fotos de estos años, nostálgica
para aquellas dos personas -las dos mozas-
que aún viven entre nosotros y que,
a buen seguro, recordarán aquel 24 de Julio de 1953, hace sesenta y cinco años.
(Y una semana).
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