El oficiante de la ceremonia se dispone a iniciar los responsos por la ya tumefacta sardina |
La tarde anunciaba vientos de lluvia y frío. Los enamorados
se preparaban para cenar con sus medias naranjas y los merengues no querían
perderse una nueva victoria del Real Madrid en la clasificación de la
Champions. Tres hándicaps que sin lugar a dudas mermaron el número de
participantes en el entierro de la sardina del 2018.
Y qué importa. Siempre hay en Cacabelos incondicionales de la
fiesta y de la tradición que, caigan chuzos de punta o se anuncie el mejor
espectáculo del mundo, participarán en el espectáculo que cierra (no este año
que habrá más el domingo) el carnaval.
Y así fue. Varias decenas de doloridos ciudadanos
cacabelenses acompañaron con llantos y lágrimas
a la sardina hasta las orillas del Cúa. Y desde ellas es lanzada para que sus
frías aguas invernales la engullan y trasladen a un mundo mejor.
Para rematar la fiesta, en la Plaza Mayor esperaban sardinas –de
espina y carne- para, acompañadas de un mencía
celebrar el final del carnaval y dar comienzo la Cuaresma.
Reportaje gráfico: Gutis Couceiro
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