miércoles, 13 de septiembre de 2017

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CCLXXXIV)



 
SARA TURMALEDO

Por Antonio Esteban González
 
Sara o Sarita era todavía, una adolescente de mirada tierna, cuando se hizo esta foto de estudio, vestida de japonesita, a lo Madame Butterfly.
 Sara era hermana de Antonio Tormaledo, personaje que, en la historia gráfica de la villa, que, semana tras semana, relatamos, ya hizo acto de presencia cuando hablamos del HOTEL MIRALRIO.
Sarita vivió, pues, en nuestra villa; paseó sus calles, callejones y callejuelas y se enamoró de nuestra forma de ser, tanto es así que pintó, en seda, tres casullas que regaló a Nuestra Señora de la Quinta Angustia.
Dos de esas casullas, que es vestidura litúrgica que se pone el sacerdote sobre las demás -amito, alba, cíngulo, manípulo y estola-    cuando celebra el sacrificio de la Misa, aún se conservan en el Santuario y tienen un valor muy apreciable. La tercera formó parte de la mortaja de don Justiniano Fernández, cura de Carracedo que murió al desprenderse el badajo de una de las campanas, un día de Pascua, cuando la Virgen era procesionada, allá por los años veinte del siglo pasado, un día de Pascua. (Este badajo, al parecer, fue sancionado por la Iglesia y hasta hace muy poco tiempo se guardaba en el Santuario).
Pero la historia de Sara Turmaledo, las casullas y el badajo, no acaba aquí. Al relatar yo esta anécdota de la muerte del cura, ante un grupo de amigos, uno de ellos dijo: Mi padre era uno de los monaguillos que volteaban la campana aquel día y, asustado, al igual que sus compañeros, al ver el cerebro del cura esparcido por el atrio y a  una niña herida por el mismo badajo, huyó en dirección a Arborbuena ocultándose durante todo el día”. Alguien que presenció el suceso añadió, más tarde, que don Justiniano, llevaba, oculta en la sotana, una pistola que apareció al levantar el cadáver.
Es esta una pequeña historia que añadimos a otras historias que ya hemos contado y que seguirán conformando la Historia, con mayúsculas, de nuestra villa.

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