En memoria de Carmiña "La Carraquiña" que nos dejó el pasado 24 de agosto |
DE PASEO
Por Antonio Esteban González
Vestidos con lorzas. O tableados. O con muchos botones, pero,
eso sí, a la moda y, naturalmente, con las faldas por debajo de las rodillas y
los cinturones marcando la distancia justa entre la parte superior y la parte
inferior del cuerpo, de acuerdo con las NORMAS
DE MODESTIA FEMENINA del Cardenal Primado Pla y Deniel, que decían: “Los vestidos no deben ser tan ceñidos que
señalen las formas del cuerpo provocativamente y no deben ser tan cortos que no
cubran la mayor parte de la pierna. No es tolerable que lleguen solo a las
rodillas”.
Zapatos, sin tacón y alguna de ellas con calcetines blancos, lo que quería
decir que todavía no había dado el paso que delimitaba la adolescencia de la
juventud y, al fondo, un paisaje que, a pesar del tiempo transcurrido es
reconocible: a un lado Castroventosa, sin vegetación y, al otro lado, las
dulces laderas de Arborbuena o San Clemente y, tal vez, el Castrillón y, también, en la carretera, los
árboles marcados con cal para que, en los anocheceres, entre dos luces, los
pocos vehículos que transitaban por la carretera no se desviasen y fueran a
parar a la cuneta. Eran, en aquel entonces, árboles viejos que apenas podían
esconder sus miserias en la primavera frondosa del Bierzo y que daban guardia a
las mozas en sus paseos arriba y abajo en la carretera y que, eso sí, podían
ocultar besos furtivos no pocas veces.
Y en ese paisaje antiguo de mozas nuevas o de jóvenes que
estrenaban vida nueva y amores, las cuatro, paseaban ajenas a que un día serían
protagonistas de la foto en un periódico digital de su pueblo, una villa
tranquila que sobrevive al paso del tiempo.
Ellas eran Adela, la “Currita”, Tina, la de Ramón, Carmiña,
la “Carraquiña”, fallecida el pasado 24 de agosto y Elisa, que vivía en Cimadevilla.
Otra foto nostálgica que nos regresa a un tiempo de ayer que
no añoramos, pero que sigue ahí, casi a la vuelta de la esquina para que todos
nos sepamos protagonistas, en la lejanía de los años, como lo eran estas tres guapas
mozas de Cacabelos.
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