El P. Luis recibiendo el obsequio de la Parroquia de Cacabelos |
Don Luis, el Padre Luis o Luis a
secas (Luis Lago Alba) son las tres formas que usamos para dirigirnos o hablar
con este dominico nacido en Pieros a las faldas de Castro Ventosa.
Unas fechas atrás cumplía el quincuagésimo
aniversario de su ordenación como sacerdote en Roma en 1967. Cumpleaños que ya
celebró con sus hermanos de orden en el convento salmantino de San Esteban,
donde reside.
Hoy tocaba celebrarlo con los miembros
de la comunidad cacabelense y se ha hecho –mejor lugar no podría elegirse- en
el Santuario de las Angustias con la Virgen testigo excepcional y durante la
Misa de Acción de Gracias del pueblo de Cacabelos a su patrona. Un besamanos
multitudinario y un regalo de la Parroquia sellaron esta importante fecha en la
biografía del P. Luis.
Una biografía que comenzaba con
su nacimiento en Pieros muy cerca de la iglesia de San Martín en 1942. Con más
de veinte compañeros realizó los estudios primarios en la escuela del pueblo
antes de iniciar los estudios de bachillerato en el convento dominico de San
Juan Bautista de Corias (Asturias).
Tres años después, dentro de la
misma orden, se trasladó a la Virgen del Camino para realizar los últimos
cursos. Por aquellos años (1957-1959) ya se construían la basílica, el colegio,
el convento y la casa de ejercicios actuales gracias al indiano Pablo Díez
Fernández de Vegaquemada y bajo la dirección del P. Francisco Coello, dominico
y arquitecto.
Finalizado el bachillerato, según
las normas de la época, llegaba el momento de hacer el noviciado, un año
dedicado a la espiritualidad. Se podría entender como doce meses de ejercicios
espirituales en los que los alumnos ya vestían hábito. Palencia fue su destino
para tal fin.
Nuevos estudios exigían un nuevo
cambio de destino. Ahora, para hacer los preceptivos de Filosofía, le esperaba
el convento de Ntra. Sra. de las Caldas (Las Caldas de Besaya en Cantabria). Un
precioso lugar y al lado del célebre balneario parecen el lugar idóneo para
aislarse durante tres años de intenso trabajo intelectual.
Pasado ese tiempo cambiará la
verde Cantabria por la universitaria ciudad de Salamanca. En la capital charra
le esperaban cinco años de estudios de Teología que en su ecuador le llevaron a
continuarlos en Roma por decisión de sus superiores. Con su sencillez y modestia habituales no daba
importancia alguna al haber sido seleccionado gracias a su expediente académico
como yo le insinuaba hace días en un comentario.
Una feligresa besa las manos del sacerdote |
Coincide en la capital italiana
con el final del Concilio Vaticano II y los primeros pasos para la implantación
de los decretos y declaraciones conciliares.
Después de finalizar los estudios de Teología y ser
ordenado sacerdote su nuevo destino será París. La capital francesa en su caso,
además de valer una misa (“París bien vale una misa”, frase atribuida a Enrique
de Navarra convertido al catolicismo para poder reinar) le supuso obtener el doctorado
y la especialidad en Ecumenismo y Teología Protestante. Durante esa estancia también
conoció los graves problemas que en aquellos años afectaban a los emigrantes
españoles.
El mundo gira y el P. Luis parece
desplazarse a su ritmo. Consigue una beca de tres años para ir a estudiar en
Alemania a Lutero; pero, desde Salamanca de donde dependía, le reclaman para
dar clases de Teología en la Universidad de San Esteban. Imparte clases, colabora
en prensa, fue encargado de estudios, dirigió la revista Conferencia…
En la procesión de la Virgen de la Quinta Angustia ayer |
La vida académica y conventual se
rompe a causa de la grave enfermedad de su madre. Regresa a Cacabelos para
cuidar de ella y de su hermano Alfredo hasta el fallecimiento de ambos: Obdulia
en 2014 y Alfredo en 2013. La dedicación a ambos durante sus últimos años es un
secreto a voces que todos los cacabelenses conocemos. Y no hace falta describir su manera de obrar ni ensalzarlo porque sé que no le gustaría. Sí diré que don Luis predica el Evangelio y lo practica.
De vuelta a Salamanca colabora
con la comunidad y disfruta estudiando y leyendo. De vez en cuando regresa a
Cacabelos. No falta al reclamo de sus quintos que solicitan su presencia en el
encuentro anual y de los que es capellán oficioso.
La próxima cita, quizá este
próximo verano, será con sus vecinos de Pieros para celebrar de manera íntima
este cincuentenario.
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