miércoles, 1 de marzo de 2017

Cacabelos llora a la sardina



Oficiante y acólitos presidieron y dirigieron las preces del duelo


Un reguero de plañideras, viudas y circunspectos caballeros recorrieron las calles de Cacabelos tras la carroza fúnebre con la sardina pasada a mejor vida. Los llantos de unas y otras no cesaron durante todo el recorrido. Mientras, el oficiante y sus acólitos, declamaban sentados en el pescante plegarias y jaculatorias fúnebres despidiendo a la fallecida:

Querida sardina, nos despedimos de ti con mucha pena y dolor. Nos dejas; pero, por suerte que tú tienes, eres lo único que resucita en el pueblo de Cacabelos. ¡Cuánto te vamos a extrañar! Repetía una y cien veces el celebrante del entierro.

Pasado el mal trago de la despedida final a orillas del Cúa, sobre cuyas aguas se fue un año más la gran parrocha, los vivos volvieron sobre sus pasos a la Plaza Mayor para degustar recién asadas unos centenares de compañeras regadas con vino de la tierra para tratar de olvidar el dolor sufrido.














Parte de "los culpables" asar bien las sardinas

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