La nueva exposición temporal abierta esta tarde en el Museo
Arqueológico es una invitación a viajar en la máquina del tiempo desde finales del siglo XIX hasta la
primera mitad del XX. Un viaje que permitirá al visitante adulto
reencontrarse con los años de su juventud y a los jóvenes con un mundo
desconocido a pesar del poco tiempo pasado.
EN TODAS LAS CASAS CUECEN HABAS…(es el título de la muestra
dirigida por Silvia Blanco) el visitante podrá volver a entrar en una tienda de
ultramarinos donde le dispensarán el aceite a granel con las singulares
máquinas dispuestas sobre el mostrador, o podrá adquirir unos gramos de café molido ante sus ojos en una máquina manual. El
peso de los garbanzos o lentejas será controlado por la ancestral romana, por
la balanza de brazos o por la moderna de
un solo plato. En sus vitrinas
esperan botellas de sifón, gaseosa, vinos y licores esperan la llegada del
cliente.
Dispensador de aceite |
Para la limpieza del hogar no faltan los jabones y el
estropajo auténtico de esparto envuelto en rollo de papel presto para su uso.
El viaje transcurre por diferentes profesiones u oficios
que, o bien ya han desaparecido o los cambios de sus utensilios e instrumental
las hacen irreconocibles para los más jóvenes: sastre, peluquero-barbero,
carpintero, relojero, lavandera…incluso hay un reservado para los brujos y
compostores que curaban mediante el uso de hierbas.
Viajando por la
segunda planta del MARCA el mundo cambia y el visitante entra en una forma de
vida mucho más acomodada: los salones de la vivienda dispone de sofisticados
muebles y salón con piano; el señor dispone de despacho y los dueños practican
deportes para minorías alternando con viajes
¡al extranjero!
La excursión proporciona muchas más sorpresas; es preciso
observar bien para ir descubriendo todos los detalles que hay en el recorrido.
Es éste un viaje nostálgico, por supuesto, también didáctico
y muy divertido.
Los primeros visitantes disfrutando de la exposición |
Las bicicletas eran para el verano y el invierno pero...con matrícula |
Luis posa delante de las herramientas que utilizó su padre en la sastrería |
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