lunes, 30 de noviembre de 2015

LA EXTRAORDINARIA VIDA DE HORACIO GUERRA VII


                                           HORACIO EN ISLA MARGARITA

 Por Antonio Esteban González
Ante un vaso de vino  -de buen vino, porque Horacio, hijo de bodeguero, es buen catador de vinos-  la conversación fluye con naturalidad.
-Este vino, Horacio,   -le digo-  es de la bodega particular de José Manuel Peral, de Quilós. José Manuel hace un vino como, seguramente, le gustaba a tu padre, sin añadiduras químicas o, al menos, sin muchas añadiduras.
-Tienes que presentarme a ese bodeguero   -responde-  .
Horacio paladea el vino y yo  aguardo por sus palabras.
-¿Sabes? El vino es una de las cosas que eché de menos en Venezuela, aunque hay alguna región vinícola que puede llegar a producir dos cosechas, pero no es un vino de calidad como el nuestro. Allí, si quieres tomar un buen vino en los restaurantes, te lo ofrecen de Argentina o de Chile. Las cepas, ya sabes, fueron llevadas  desde España y se aclimataron al país y al ciclo estacional, pero no es lo mismo. Nuestro vino, el vino español, es distinto y éste,  -levanta la copa y mira, al trasluz, el color pajizo del blanco que degusta-  este vino es excelente. Te lo dice el hijo de un bodeguero.
Hace una nueva pausa y retoma el hilo de la conversación.
-Sí. Eché de menos el vino de El Bierzo en Isla Margarita.  –dice   para sí mismo-
-Háblame de la Isla, Horacio.
-Yo ya conocía Isla Margarita, que está a media hora de avión de Caracas y a menos de quince kilómetros del continente. Está separada de Venezuela por cuarenta kilómetros de mar. La elegí para intentar algún negocio. La había visitado cuando Fernando Suárez, procurador a Cortes por el Tercio Familiar en España y, posteriormente, Ministro, estaba muy relacionado con el Cono Sur Americano. Me contrató como Relaciones Públicas para aquella zona y  allá me fui. No ganaba mucho pero viajaba gratis. Esa es otra historia que te contaré en otra ocasión…
-Cuéntamela ahora.
Fernando Suárez, ministro del último gobierno de Franco
-Verás: la familia de Fernando y mi padre eran amigos, porque el abuelo materno de Fernando había pintado las vidrieras de la catedral de León y mi padre lo conoció casualmente en una de las visitas comerciales que hizo a la capital de la provincia  y Fernando conocía BODEGAS GUERRA.  Cuando presentó su candidatura a las Cortes como procurador a mí se me ocurrió empapelar mi coche con carteles en los que se veía a Fernando y pasearme por Ponferrada en donde iba a dar un mitin, sin avisarlo. Coincidimos en Lazúrtegui. Me preguntó por qué llevaba su propaganda en el coche y le dije quién era: “Soy hijo de don Antonio Guerra”, porque yo, cuando hablo de mi padre siempre digo don Antonio. Desde aquel momento nos hicimos amigos. Después vino lo de Relaciones Públicas con él y otros asuntos que no tienen mayor importancia.
Hace una pausa.
-Pero te iba a hablar de isla Margarita que es un estado insular de Venezuela, el único que recibe el nombre de Nueva Esparta.
CONTINUARÁ

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