miércoles, 4 de noviembre de 2015

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CLXXXIII)



EN LA BODA DE ROSA Y PEPE
Por Antonio Esteban González
 
Pepe - el novio de la foto-  siempre ha sido en Cacabelos, Pepe, el de “La Golondrina”, pastelería de la que los pasteles volaban, recién horneados, porque eran  -y siguen siendo- deliciosos. (Doña Lucía Espinosa de la Iglesia, viuda de Rosón prefería los pasteles de “La Golondrina”  a los de cualquier otra pastelería. “Están hechos  -decía-  con el corazón” y doña Lucía podía hablar de pasteles con conocimiento de causa ya que conocía las cañas  o los milhojas de la Pastelería “Madarro” de Lugo, “Proveedora de la Real Casa”. “No tienen comparación. Los de “La Golondrina” son superiores y, mira que conozco pastelerías de Orense o de Burgos, capitales en las que mi marido estuvo de Gobernador Civil. Estos son mejores”).
Con el tiempo, Pepe de “La Golondrina” fue Pepe, el de la “Imprenta”, persona que imprimió muchísimas invitaciones de boda o tarjetas de visita.
Pues Pepe  -observen su rostro de buena persona-   un día le propuso a Rosi  -que era su novia-  casarse y como ella estaba enamorada de él, dijo que sí y se casaron. Era el mes de noviembre de mil novecientos sesenta y nueve. Hace cuarenta y seis años .Y, lo que son las cosas, Rosi que no se llama Rosa sino Rosalía, fue feliz con Pepe. (Aclaremos que Rosi no se llama Rosa sino Rosalía porque, seguramente, como ocurrió en otras muchas ocasiones, una de las abuelas se empeñó en cristianar a la niña con el nombre del santo del día y el nombre del santo del día  -lo digo en verso- era Rosalía).
Hicieron una boda como Dios manda y celebraron un rumboso banquete en el salón de Litán, en cuyo banquete, como era norma: hubo marisco, merluza  dos salsas y cabrito lechal, amén de tarta y pasteles y vino Fontousal (dicho queda en verso).
De la boda  queda hoy este recuerdo. Asistieron, entre otros, Generoso, Aurita, Tolina  -Rosa y Pepe, naturalmente, los felices novios-  Aurelia, parienta de la novia y los niños que ya no son niños sino  personas adultas: Julito, Toño y Roberto en la que quizás, alguno de ellos, fumo su primer cigarrillo.
Sirva como recuerdo, hoy  - cuarenta y seis años después-  esta foto.

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