Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CLXXII)

LA PIEDRA DE AFILAR AGUJAS

 Por Antonio Esteban González

Yo no sé si en Cacabelos existió, entre el gremio de los sastres, la “Piedra de Afilar Agujas” o es una de las varias leyendas urbanas que existen. En Toral, sí. En Cacabelos, repito, no lo sé.

Físicamente no había una piedra en la que los sastres, los oficiales de sastres, las costureras, las camiseras o las pantaloneras afilasen las agujas porque las agujas no se afilaban ni se afilan, se desechan cuando están gastadas, si es que las agujas se desgastan,  que, tampoco, lo sé.

La Historia era que cuando un aprendiz entraba a trabajar  -a aprender el oficio más bien-  a un taller, se le mandaba a otro taller a buscar la “Piedra de Afilar  Agujas”. Era la novatada que sufrían.

Por ejemplo, alguien comenzaba su aprendizaje con Lolín, el “Melero” e, inmediatamente, lo primero que se hacía era mandarlo al taller de Antonio, el sastre, a buscar la piedra. Antonio ya sabía de qué iba el asunto y lo encaminaba a Victorino Mauriz, por ejemplo, y éste, asegurando que no la tenía le indicaba el taller  de Sarmiento y Sarmiento, a casa de “El Andaluz” y “El Andaluz” a Conchita, la “Feliciana” y ésta a Toño, el “Pardal” o a Ceide y, así, durante todo el día. Era la broma  -la novatada-  que tenían que soportar los aprendices que, casi nunca aprendían lo suficiente porque nunca estaban en nómina.

Hoy, la tradición no existe porque no existen los sastres. Han desaparecido como han desaparecido otros muchos oficios. Hoy, los trajes se compran hechos, a medida, en Cortefiel, en Pedro del Hierro o en El Corte Inglés.

Yo no sé si los mozos  -y mozas-  que aparecen en la fotografía  -aprendices de sastre en el taller de Lolo, el “Melero”-  buscaron la “Piedra de Afilar Agujas”. Quizás, sí o quizás, no, pero, aun así, están posan contentos en esta foto para la posteridad. Arriba, Luís, Manolín y Coca y, abajo, Loli y Vita. Loli y Luís se enamoraron y formaron un hogar. Hoy, ella ya no está entre nosotros. Sea, este pie de foto, un homenaje a los aprendices de sastre  -honrada profesión-  y a Loli. A Loli y a la “Piedra de Afilar Agujas”.
P.D. Gracias, Isidro, por la corrección del nombre de tu tía.