jueves, 23 de julio de 2015

Cacabelenses por el universo: Ambrosio Pintor Coca en Suiza




Ambrosio en Annemasse donde pasó su infancia

Sabido es que hay cacabelenses extendidos por todo el planeta. En el más recóndito confín puede pasearse alguno como lo demuestran las visitas que hacen a este cuaderno desde Alemania, Ucrania, Senegal, Argelia, Brasil, India, Perú, Malasia…o Vietnán.Unos por razones de trabajo, otros por vacaciones.

Ambrosio Pintor Coca (cariñosamente conocido por Bochi) no se encuentra demasiado lejos para lo que en la actualidad  son las distancias gracias a los rápidos medios de transporte. Desde hace casi dos años vive en un pueblecito de montaña de Val-de-Ruz llamado Valangin de poco más de 450 habitantes y muy cerca de Neuchâtel, capital del cantón de la Suiza Romanda. Una región que de alguna manera le recuerda a Cacabelos.

- Es una región –me comenta Ambrosio- donde basan una parte de su economía en la agricultura, hay mucho viñedo, incluso tienen fiesta de la vendimia como en Cacabelos, pero ésta se celebra a finales de septiembre debido a que aquí la uva madura más tarde. Otra parte de su economía se basa en empresas, como la Sociedad relojera Bulgari, Philip Morris, otras del grupo Philippe Suchard (milka y chocolates Suchard), laboratorios Buxter, laboratorios Johnson and Johnson, etc.
 
Trabajando en La Poste
Trabaja actualmente como chófer de camión haciendo rutas para una subcontrata de La Poste (Correos) y exprime su estancia laboral allí como agente de seguridad en eventos durante los fines de semana. No es precisamente una vida fácil y cómoda.

-¿Qué te motivó a tomar la decisión de emigrar de España?

- Gran parte de esta decisión  ha sido tomada por tener constantemente una sensación de desesperanza ante el futuro y el no encontrar un trabajo fijo o duradero  para conciliar una vida normal y estable. La hipoteca, las diversas facturas, gastos varios, etc. –ironiza Ambrosio-  no tienen por costumbre esperar a que las circunstancias personales mejoren. En el Bierzo el encontrar un trabajo se me hacía muy difícil, era un continuo cierre de empresas. Pues todo este cúmulo de circunstancias  lleva a plantearte  marchar para encontrar algo mejor y más digno sin importar dónde.

-Tan decidido estabas a marchar que la decisión final no te exigió mucho tiempo tomarla.

-Estaba mi padre hospitalizado y hablando en la habitación con otras personas de las dificultades para encontrar trabajo. Alguien comentó que su sobrina vivía en Neuchâtel y estaba de vacaciones a Ponferrada y  que la empresa donde trabajaba su novio buscaba un chofer de camión. Acto  seguido contesté que tenía carnet de camión, me preguntó si me interesaba, respondí que sí y ahí empezó todo. Llamó a su sobrina, ésta a su novio, él a su patrón… y en menos de una hora ya me estaba llamando el patrón preguntándome si quería hacer una prueba de trabajo. Le respondí contundente: ¡Sí, claro! ¿Dónde hay que ir?

Pocos podían imaginar que los españoles volverían a emigrar. La experiencia de las décadas centrales del siglo XX a Europa y anteriormente al continente americano parecía quedar atrás. En tú caso se repite la historia. Tus padres fueron emigrantes en los años sesenta y ahora tú.
- Como bien dices, mi padre ya había emigrado a Suiza allá por los años sesenta antes de ir a la mili. Después, como la situación económica y laboral de España tampoco era buena, decidió volver a coger la maleta  y  marchar de nuevo, pero esta vez a Francia, concretamente a  Annemasse,  ciudad de la región de Haute-Savoie del departamento de Rhônes-Alpes. Allí estuvo un tiempo hasta que consiguió llevar a mi madre, mi hermana  y a mí (yo tenía unos meses), así que, una vez hecha la reagrupación familiar vivimos allí durante ocho años en el transcurso de los cuales nació mi hermano. También en ese lugar había un numeroso grupo de vecinos de Cacabelos y algunos de ellos eran familia.
En Chamonix recordando tiempos pasados

-Otros tiempos y… ¿otras circunstancias?

-Desde luego eran otras circunstancias con menos medios, menos recursos, pero la gente de antes estaba hecha de otra pasta y salían adelante por su tenacidad, por su capacidad de superación, de adaptación, todo ello motivado para la búsqueda de ese fin: “buscar un futuro mejor”. Y la historia parece que se repite hoy en día  porque es el mismo fin que antaño.

   Hay una película que refleja muy bien por lo que pasaban los emigrantes de aquella época, se titula; “un Franco, catorce pesetas” del director Carlos Iglesias, basada en una historia real de su padre, la cual recomiendo para entender un poco la emigración de los años sesenta.

-Volviendo a la decisión de soltar amarras y marchar, ¿cómo se toma?

-Muchas veces nos negamos a soltar lo que tenemos; es decir, nos cuesta salir o dejar  nuestra zona de confort hasta garantizarnos lo que queremos. Pero yo pienso que  la vida no funciona así y nos exige soltar sin tener certezas y ese momento es siempre un abismo. Pues bien, partiendo de esto, yo dí este paso al abismo dada mi situación personal y laboral de aquel momento y  me fui a Neuchâtel ilusionado, pero no demasiado consciente del paso que había dado. Puedes hacerte una idea de lo que vas a encontrar, pero la realidad no es lo que esperas y, además, uno sabe que todos los comienzos son difíciles por diferentes motivos: distinto idioma, distinta cultura, nuevas normas,  costumbres,  leyes…etc,   todo te  parece complicado, difícil e incluso imposible de asumir, pero tienes que avanzar poco a poco y en el transcurso de esos momentos te das  cuenta de nuevo que la vida no es nada fácil. Pero aún así, estoy convencido que todo los que nos pasa en la vida ya sea  malo o bueno, es por alguna razón…, así que, no queda otra que seguir adelante y “disfrutar” del camino.
    En esos momentos difíciles y de dudas echo mano de una reflexión  de la película  “Náufrago”, la cual me ha servido en momentos complicados: ”hay que sobrevivir como sea… aun sin motivo para la esperanza… y  ahora sé lo que debo hacer…seguir respirando… porque mañana volverá a amanecer… Y quien sabe que traerá  la marea…”. 

-¿Con qué dificultades te encontraste? 
En Neutchâtel, su actual destino

  -La primera, sin duda, fue el idioma. Y dicho esto, hay una relación directamente proporcional entre el nivel de francés y el mundo laboral; es decir,  a medida que vas aumentando tu nivel de francés el abanico de oportunidades laborales es mayor, así que si quieres obtener un buen  trabajo o próximo a tus méritos tienes que tener un buen nivel del idioma.
 Otra dificultad fue conseguir alquilar un apartamento o una habitación, porque, además de pedirte un contrato de trabajo, suelen pedir referencias y solvencia (lo suele  aportar el patrón), para poder hacerte el contrato de alquiler, requisito necesario junto con el contrato de trabajo, para sacar el permiso de estancia.
Y otra es el acostumbrarse  a las condiciones climatológicas; al frío y la nieve. Aquí los inviernos son bastante duros, aunque últimamente, dicen que se suavizaron. Pero en alguna ocasión me ha tocado trabajar a 16º bajo cero con mucha nieve y aunque  uno es del norte,  a veces se siente “un bris que jode o cutis”.

-¿Tuviste ayuda de alguna institución, de conocidos, de amigos…?

 A la hora de marchar  de España no he tenido ninguna ayuda de las instituciones; sin embargo, aquí la embajada y consulados a nivel informativo funcionan bastante bien y es  necesario apuntarse en dichos organismos si quieres  tramitar algún documento oficial. La ayuda cuando llegué ha sido más bien  de amigos, los cuales me acogieron en su casa todo el tiempo que necesité hasta que conseguí mi propio apartamento. Otra ayuda también me vino por parte de mi primo que hasta hace poco vivía en Annemasse (en Francia  a unos 120 Km. de donde vivo)  y  siempre estaba pendiente de mí, por si necesitaba algo….
  También tengo que comentar una anécdota sobre las ayudas no institucionales, entre  emigrantes, se estila una especie de “cadena de favores”; es decir, te ayudan de una manera desinteresada, porque en su día cuando llegaron a Suiza también les ayudaron y a veces esas personas continúan la cadena...,  esto lo digo por experiencia propia, porque he recibido en varias ocasiones  ayuda de manera desinteresada de personas que no conocía mucho.
Una vez instalado en Suiza, hay varias instituciones a las cuales puedes acudir y solicitar el tipo de ayuda al que tengas derecho: ayudas por hijo, ayuda familiares... etc., también hay instituciones donde puedes  aprender el francés.

-Tú, quizás no las recuerdes bien, eras muy pequeño entonces, pero sí habrás escuchado historias de aquella emigración a tus padres.
Nico delante del colegio donde estudió su padre

- Como dice mi padre; “no había tantos adelantos ni medios como hoy en día…”, y desde luego que tiene razón, poneros en el lugar de un emigrante de aquella época; sin Internet para buscar cualquier información: mapas, callejeros, alojamientos, medios de transporte, horario, etc.; en definitiva, sin casi medios ni recursos se ponían a hacer un viaje a lo desconocido, además sin saber el idioma para pedir información sólo por signos.  El medio de transporte mas utilizado antes era el tren, pero no el de alta velocidad, sino el de;” traca tran, ----, traca tran…” y cada viaje duraba una eternidad, además por si fuera poco de aquella se viajaba con la casa acuestas, se llevaban baúles, maletas cajas de cartón atadas con cuerda de pita, etc … sin faltar los niños pequeños. Pues bien, con todos eso, pensad por un momento  la dificultad que suponía  tan solo un transbordo de un tren a otro en la frontera (Hendaya) con toda la casa a cuestas y los niños, suponía un esfuerzo casi titánico, pero ahí no terminaba la odisea, cuando llegabas al destino tocaba  acarrear todo.  Y esto, en lo que respeta el viaje, pero la estancia y el día a día, tampoco eran fáciles teniendo en cuenta que antes se tardaba mucho más en dominar el idioma. Recuerdo que  mi madre me llevaba de traductor para pedir al dependiente cualquier cosa o incluso para resolver papeleos en instituciones (Correos, Seguridad social…), pero a veces no nos hacían mucho caso, mi madre se enfadaba y me mandaba decirle algún que otro improperio al funcionario de turno y yo - como buen hijo- traducía literalmente  y ¡vaya si le hacían caso!  No disponíamos de coche, a lo sumo una mobyletta, y  la mayoría de los desplazamientos eran a pie, así que, imaginaos en verano o peor aún en invierno haciendo casi todos los días  de 3 a 4 Km. como mínimo (desde donde vivíamos al centro de la ciudad) con dos hijos agarrados a la “poussette”  (carrito de bebé), cuando ya nació mi hermano y  además con las bolsas de la compra.En fin, todos los días eran una aventura.

-Sé que sientes nostalgia de tu familia, de Cacabelos, pero…nada comparable a la ausencia de tu pequeño Nicolás. 

Con Nicolás delante de El león moribundo. Lucerna
 -Touché!!  este es sin lugar a dudas mi tendón de Aquiles. Por eso soy consciente de que  el precio de esta elección ya me está pasando factura desde el mismo día que la tomé, pero  en algunas ocasiones en la vida dependiendo  o condicionado por las circunstancias  tienes que estar siempre dispuesto a abandonar algo, ya sean personas, situaciones, trabajos, lugares…, en aras de conseguir lo que uno cree que es mejor y yo en aquel momento de mi vida  elegí el buscar un futuro fuera con sus consecuencias.
Ya he vivido fuera otras veces dejando atrás  personas y vivencias, te queda el recuerdo y con eso de vez en cuando  puedes  sonreír… Pero muy diferente es el perderse el día a día de tu hijo, ese tiempo único, ese tiempo donde lo educas, ese tiempo donde le  transmites valores, enseñanzas, lecciones de la vida…, ese tiempo que no vas a vivir a su lado con sus penas y alegrías, en definitiva, ese tiempo  va a quedar sin recuerdos …  Esa es mi añoranza.

 -¿Qué recuerdos de Cacabelos te hacen sentir morriña?

En Lucerna. Puente de la Capilla
 -Muchos. Estar corriendo y recibir una ráfaga de viento con pétalos blancos de los cerezos, preparar con mi padre en primavera el terreno para cultivarlo, el río en verano con los baños al atardecer, ir con Juan (Ramos) a pescar “pixotas” y echar unas risas…La vendimia, el magosto, los garbeos en bici con Uda disfrutando el paisaje único del otoño…Y en invierno, la matanza. La casa llena de gente, probar las “febras”, el picadillo, la empanada de batallón y un largo etcétera de comidas tradicionales. No olvido la caza, los compañeros de cuadrilla, los tres Ambrosios -mi padre, mi pariente y yo-, mi primo Miguel Coca y, a veces, Suso. Echo de menos salir de rondas con los amigos…y paro porque me voy a emocionar.

- ¿Cómo ves a Cacabelos desde la distancia? 

-Parece que en Cacabelos últimamente hay bastante movimiento ya sea abriendo nuevos negocios o  actos culturales. Desde mi punto de vista todo lo que se haga en ese sentido me parece muy bien y me alegro de que las cosas mejoren porque eso repercute en el bien de todos.
   Además, me gusta saber lo que pasa en Cacabelos y a través de tu blog es una buena manera de tener ese contacto, por una parte conoces un poco más la idiosincrasia del “pueblín”,  la historia, las  costumbres, sus personajes,… y por otra tienes acceso a las noticias que acontecen y  por eso, lo sigo.

-¿Qué diferencias más notables encuentras entre la forma de vivir en Cacabelos con las de Suiza?

 -Para empezar los suizos, por aspectos culturales, son personas más reservadas y les cuesta más abrirse a los demás, de hecho, sus reuniones, visitas o conocidos son más bien  del entorno cercano o familiar, al contrario que en Cacabelos  que  normalmente somos más abiertos.
Otra de las cosas que me llamó la atención es que aquí se habla muy bajito, cuando vas a los bares apenas tienen bullicio, son muy tranquilos, parece que estas sólo. Si escuchas hablar a alguien en un tono más alto, te giras y piensas: seguro que es español. Casi siempre aciertas.
  Aquí hay muchas normas y está casi todo regulado. A la  gente se la ve muy organizada,  sabe lo que puede o no puede hacer en cada momento. Me parece excesivo, porque me da la sensación de ser una sociedad alienada y  con poca  libertad, ya que, si te sales de lo regulado, ¡zas! Sanción que te crio. Pero bueno, es parte de su cultura. Así que lentejas…
Ambrosio, Bochi, es una mezcla de romántico y realista. Analiza y asume las dificultades, pero también se deja arrastrar por su parte más tierna. Su hijo, su familia, sus amigos, su pueblo…van marcados a fuego en su piel.  Ojalá la suerte llegue pronto y logre volver a recuperar todo lo que añora.

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