EL LARGO VIAJE A LAS “TRINITARIAS”
Por Antonio Esteban
El viaje era largo porque, definitivamente, ayer, los viajes
eran largos. Interminables. Yo describí estos viajes en un poema titulado LA
MITAD DE LA LLUVIA:
“…doscientas estaciones sin regreso.
Maletas mal cerradas.
factores impacientes
atentos a un reloj sin minutero
Y jefes de estación y guadalhorces,
carteros que apuraban
el último cigarrillo de petaca,
ajenos a la vida de los sobres.
Viajantes de zapatos o de bolsos
de panas, otomanes y cretonas
y telas de mil rayas,
de pañuelos, tornillos,
cerraduras y vajillas de loza.
Era el tren del final de la inocencia,
parado en estaciones sin campana.
El tren dejaba atrás Villadepalos,
Ponferrada y Bembibre
y Arévalo y sus trojes
-mil ventanas abiertas al asombro-
hasta el mismo Bilbao y las gabarras…”
Eso era el viaje a la ciudad de
los Altos Hornos y un bocadillo de tortilla de patatas y el agua del grifo de
cualquier estación perdida –Burgos arriba-
porque, seguramente lo recordarán ellas así. Durmiendo con sobresaltos y
despertando cuando la luz cenicienta y sucia del amanecer se filtraba por las
ventanillas del vagón.
En la foto de 1965 está Peranchi,
la del “Capador”, Julia Sarmiento, al lado de otra Julia, la del Molino que
había ido a verlas, Maribel Vázquez, la del Molino, Tere Costero, ya fallecida,
Cristina Raimóndez -Cristina, la de
Peña- Maribel Pestaña, Pili, casada con
Paco, el de Tila, Toñi Núñez y Manoli, la mujer de Luis Lago, y dos monjas Trinitarias: sor Manuela y
sor Blanca.
Esta foto traerá recuerdos y
nostalgias a todas las mozas que la contemplen aunque la nostalgia duela en el
corazón y sea agridulce, pero todos la necesitamos para recordar que estamos
vivos y un ayer que se ha ido indeclinablemente.
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