LA PRIMERA COMUNIÓN
Antonio Esteban González
Íbamos vestidos de almirantes de naves que se hundirían
cuando soplasen los primeros vientos de la vida o almirantes -unos, de blanco y otros de azul- anclados en los más felices días de una niñez
que no acababa de convertirnos en adolescentes, sucios de pecadillos -sobre todo-
contra nuestras mamás -“me acuso
de no obedecer a mis padres cuando me mandan a algún recado”- porque ¿de qué otros pecados podíamos
acusarnos..?. No matábamos -a no ser
gorriones con tirachinas- ; amábamos a
Dios a nuestra manera; no blasfemábamos
-decíamos “ostras” por “hostia” o “jopé” por “joder”, que no eran
blasfemias, pero, sí, palabras malsonantes; íbamos a Misa de doce y nuestros
pensamientos -hasta entonces- estaban limpios de imágenes pecaminosas
contra el sexto mandamiento y, por eso, éramos almirantes -o nos vestían de almirantes- de una armada que no existía pero a la que
ponían rostro nuestros sueños de niños.
Y aquel día se
convertía en un día inolvidable, más que nada porque en casa celebrarían un
banquete y habría, de comida, arroz con pollo de corral y brazo de gitano. (Hoy
no existe el brazo de gitano y al arroz con pollo -que no es de corral- se le llama paella).
Y al atardecer, antes del rezo del Santo Rosario y del
reparto de estampitas con un ángel mofletudo velando nuestro camino, la visita
a los amigos -a los amigos de papá y de
mamá- que nos obsequiarían con un
billete de cien pesetas que, irremediablemente iba a pasar a la hucha y nos invitarían a un plato de fresas con
vino y azúcar que obnubilaría nuestras mentes.
Ahí están, pequeñitos, en la foto de la semana: Gasparín
Sierra, que vive en Toral; Pepín Landeira,
médico afamado en Oviedo; Ángel, el marido de Berta, ya fallecido y
Ricardito que, por aquel entonces tenía ya más de un millón de amigos.
Y, además, perdidos entre la muchedumbre, vemos a Pura,
casada con Sindo a Herminia,a cuyo marido enterramos hace poco tiempo, a
Emilia, la madre de Ricardo que contempla con arrobo a su retoño y a Paquito,
monaguillo de don Antonio y, a veces, de don Desiderio.
Una foto, como otras muchas fotos, que nos acerca, en este
mes de Mayo a otras primeras comuniones y, naturalmente, a la nostalgia.
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