Horacio Guerra |
Horacio Guerra es un personaje de cine sin lugar a dudas. De
cine, por una parte, porque su agitada y
dispar biografía podría fácilmente ser llevada al celuloide si algún buen
guionista conociese y se propusiese contar las aventuras de este singular
cacabelense. Cuando editó el libro de biografías -Buenos y malos de la historia-, mi propuesta fue que escribiese la
suya, porque de verdad iba a ser la más interesante para los lectores.
Durante estos últimos años nos tuvo un poco abandonados. Se
fue a Venezuela, a Isla Margarita concretamente, y allí dejó su sello en la
televisión, la hostelería, el comercio y la jet set de la Perla del Caribe. Leer
De Cacabelos al mundo: Apasionante vidade Horacio Guerra
Por motivos médicos regresó a España y temporalmente
disfruta de unas semanas de descanso en Cacabelos. Bueno, la palabra descanso
no existe en la mente de Horacio. Pasa los días lo más relajado que puede, pero
su mente sigue maquinando proyectos y alumbrando ideas para futuros negocios.
Pero, hilando con el primer párrafo, también es un personaje del cine porque una
parte importante de su trayectoria laboral se desarrolló por los entresijos del
séptimo arte y posteriormente de la televisión
y del espectáculo en general. Y de esta faceta hablaba días pasados con
él recordando la que yo suponía su primera película como actor, Molokay, la isla maldita.
-No, eso es lo que suelen
decir, pero no, fue En las ruinas de
Babilonia del director Ramón Torrado que rodamos en Aranjuez en 1959.
Cartel en alemán de la película |
- ¿Cómo un jovenzuelo de un pueblo alejado de Madrid y en
últimos años de la década de los cincuenta del pasado siglo pudo-le pregunto- entrar
en ese mundo casi irreal para la mayoría en aquellos años?
-El director de cine Ramón
Torrado, que era gallego de La Coruña, paró en Cacabelos para visitar las Bodegas Guerra de mi padre. Durante la
conversación mi padre le habló de un hijo suyo que estaba en Madrid y que
estaba muy interesado en ser actor. Hablaron bastante del asunto y al llegar a
Madrid me llamó y me dio un pequeño
papel de guardia de palacio en la película En las ruinas…, una coproducción
hispalo-alemana.
Horacio demuestra tener una buena y cuantiosa memoria. Sin
dudar, brotan de sus labios datos de fechas, lugares y nombres:
-Era un film de CIFESA
y actuaba Teo Lingen y Helmunt Schneider, además de los españoles Mara Cruz,
Pilar Cansino y Fernando Sancho.
-Y llegó Molokay, la isla maldita. Recuerdo
con cuanta ansiedad esperamos su estreno en el Cine Litán, el único que había
por aquellos años en Cacabelos. Quizá, Richard
Dean, demasiada expectativa para un papel tan corto.
-Ja, ja. ¿Aún te acuerdas
del nombre? Elegí Richard Dean de nombre artístico como el Dean para rendir mi
pequeño homenaje al actor americano James
Dean que había muerto muy joven en 1955.
-En Molokay era uno de
los ayudantes del Padre Damián que interpretaba Javier Escrivá. La dirigió Luis
Lucia y contaba la historia de aquel fraile dedicado a cuidar leprosos en esa
pequeña isla hawaiana.
Y pronto me di cuenta
que no podía tener mucho futuro como actor. Mi estatura no podía competir con
la de los galanes de la época, así que fui dejando esas ilusiones y dirigí mis
pasos, sin salirme del mundo del cine, al de la producción y organización.
-Supiste moverte muy bien entre bastidores cinematográficos durante
aquellos años cincuenta y sesenta. Fue una época en la que realizadores
europeos y americanos escogieron a España para trabajar.
-Con Sergio Leone (prestigioso
director de cine italiano) tuve mucha amistad. Comencé con él como asistente de
producción en La legión de los condenados. Le traje a Las Médulas para
localizar unos exteriores, pero luego rodó en Almería porque le daban muchas
facilidades. Seguí con él trabajando en otras películas como productor
ejecutivo.
Las siete magníficas fue
otra en la que trabajé como productor. Una versión en femenino del famoso
western protagonizado por Yul Brynner.
-Pero también te recuerdo acompañando a cantantes famosos y
en programas de televisión. Una noche de verano de mi juventud nos presentaste
a varios amigos a Juan Pardo, el cantante y compositor gallego muy famoso por
los años sesenta y setenta. Venías de La Coruña en dirección a Madrid y
parasteis en Cacabelos para ver a tu madre.
-Sí, entonces también
comencé a trabajar como agente artístico de la mano de Emilio Santamaría, padre
de Massiel. Llevé a Nino Bravo, a Juan Pardo que tu citas y a Juan Luis
Perales. Después fui rod manager de la propia Massiel y Paloma San Basilio.
(continuará)
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