miércoles, 18 de febrero de 2015

Los afligidos cacabelenses despiden a la sardina entre lágrimas, gemidos y lamentos


Los reverendos Pedro y Óscar se encargaron de oficiar el funeral


Un año más los cacabelenses se vistieron de luto y entre grandes lamentos y ríos de lágrimas de cocodrilo despidieron a la sardina. 
El entierro de la sardina, esta ceremonia histriónica y bufonesca, puso fin al Carnaval recorriendo durante las primeras horas de la noche las gélidas  calles de Cacabelos. Un numeroso grupo de viudas desesperadas, desmesuradas plañideras y rigurosos caballeros enlutados acompañaron a la carroza fúnebre hasta arrojar a la sardina a las aguas del Cúa (en Cacabelos lo del  entierro es un hablar).
Y como las penas con pan son menos penas, los sufridos penitentes regresaron a la Plaza Mayor para disfrutar de la Sardinada Popular (sardina, pan y vino gratis para los disfrazados y 50 cts. para los civiles). Fue la mejor manera de despedir esta fiesta que coincide con el Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma, cuarenta días de austeridad y recogimiento para los cristianos, en contraposición al carnaval, que representa la juerga y el desenfreno.
 
Gelo se trajo de casa su carroza fúnebre









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